June 01, 2010

POEMAS DE VIAJES

POMPEYA


Aquel hombre tieso,
muerto por el calor,
que murió estoicamente,
cuando dormía en Pompeya.


Pensó que era un sueño,
un sueño temible,
y resultó ser la misma muerte
que trepaba por las sábanas
y luchó por cambiar de postura.


Aquel perro encadenado y retorcido
que se escaldó con la lava,
destino cruel,
por ser rabioso no pudo con nada,
ni se enteró de su muerte,
tan pendiente de escaparse
y se ahorcó en cadenas.


Cuatro torres sostenían el mundo,
cuatro arcos debajo,
el cielo azul del Vesubio
y la faz de la tierra al descubierto,
cuando un día soltó toda su lava
solidificando los cimientos
y destruyendo a los humanos.


Por qué pusieron una muralla,
quién vivía en aquella casa,
tras aquellas sombras junto al vergel,
en la calle REC.V II.INS.II,
qué sucedió, ¿quiénes allí moraban?,
cuántas enfermedades,
cuántos días dichosos,
cuántos infaustos,
cuánta felicidad que les desapareció en una noche.




VENEZIA


Esa bóveda de la iglesia de Rialto,
bomba de espiritualidad,
potencia de vida,
elixir de amor y familia.


Esa otra torre,
puntiaguda manera de ganar dinero,
y las casas de al lado que os sostienen,
acaso sois la estabilidad en el cielo.

Desde vuestras ventanas
vuestros difuntos nos miran.
Y nosotros turistas
tan solo pasamos.


EL DAVID DE MIGUEL ÁNGEL


David,
mozo de juergas,
huevos de oro,
tú que encandilas a las chicas,
y sostienes en la mano tu prenda.


A ti que te gusta olerla,
acaso fastidiado por la belleza femenina:
tienes manos de artista,
piernas bien esculpidas,
busto de nadador,
cabellos ensortijados de judío.


Esperas que te vean y que te sigan,
tú eres el adonis,
el animal más perfecto,
que sólo así se basta,
que puede seguir libre su destino,
parándose sólo para descansar,
contigo quiero andar eternamente,
en silencio propio y misterioso.


FAUNO DE VARSOVIA


Qué habrá en ese saco,
por qué una barrera me impide llegar a verlo,
por qué animales fabulescos trepan por el arco.


Aquél sátiro pequeño que se me subió a las piernas,
y qué quiso decirme;
saludarme, invitarme a beber y a danzar
con su corona de laurel;
oh amigo, tú que sostienes la alegría
no me hagas daño, sé mi amigo.


Por Dios habla, qué me quieres mostrar:
tu desnudez, eres un pillo,
un liante y un cizañador;
quién eres,
la rueda del destino tal vez,
qué me quieres decir si no me enseñas tu poder.


Si me quieres tener a tu merced,
esfúmate.
Si te agarro,
te llevo al bosque donde perros lebreles
jueguen a hacer contigo,
lo que tú haces con los humanos,
emborracharlos y perder sus vidas.

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