Aunque su baile sea al son del diablo sin rabo, el joven no bebe para olvidar el agobiante golfo Pérsico, el cinismo de González, la crueldad de Hassan, el poder de las multinacionales, la dictadura que viene de la URSS para finiquitar la "perestroika", el problema vasco, la hegemonía de los Estados Unidos, la miseria de Iberoamérica, el narcotráfico..., sino por sus particulares problemas del cuerpo y del dinero, como únicas ideologías imperantes.
No es por una napolitana en la cafetería Mallorquina ni por ducharse entre ellos con botes de espuma por lo que se lanza una botella de sidra contra un escaparate, como ruidoso pregón de Navidad. Un mal candil se encendió en la Puerta del Sol, el cosmopolitismo europeo de la plaza Mayor acabó por donde empezó: por masacrar la civilización que nos toca. Ellos son los petimetres superficiales de Cadalso. Sus zapatos de payaso se convirtieron pronto en suelas de guerrilleros. La profundidad (el cabreo) y la superficie (cabreante) a la manera de Ortega se encontraron de nuevo.
(Cartas a EL INDEPENDIENTE, diciembre 1990)
June 08, 2010
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