Pasan las horas de hastío
por la estancia familiar,
el pobre cuarto sombrío
donde yo empecé a soñar.
Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tic-tac acompasado
odiosamente golpea.
Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día,
hoy es lo mismo que ayer.
Cae la tarde. El viento agita
el parque mustio y dorado;
¡qué largamente ha llorado
toda la fronda marchita!
June 11, 2010
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