Napoleón estuvo ayer por el Retiro y me dijo que la Península Ibérica estaba de moda en círculos moscovitas y que tras la caída del Muro de Berlín la salida al mar la iban a buscar los ex-soviéticos en Torremolinos y Marbella, que qué tal estaban los machos ibéricos, si seguían tomando jamón de "pata negra" o tostándose al sol y que si abrían academias donde escribir cartas de amor en cirílico, se apuntaba.
Primero fueron las esplendorosas suecas, luego las desgarbadas británicas, y ahora las eruditas (gracias a su sistema pasado), sentimentales y misteriosas rusas que acompañaron vidas como las de los pintores mediterráneos Picasso y Dalí. Son las turistas de verdad, las que se hospedan en hoteles de lujo, llevan móvil, alquilan cochazo y se compran regalos enteros en El Corte Inglés y se los llevan como si cualquier cosa con exceso de equipaje en la línea Aeroflot. ¡Madre, que vienen las rusas, prepárame el calzón!
(Cartas a YA, enero 1997)
May 10, 2010
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