May 10, 2010
EL GESTOR NECESITADO: Texto no incluso XXXXVII
El hecho de que se propongan, al azar en la conversación, diez veces al día un apellido o una gestión “importante” de nuestros días –claro que hay que ser educado, tierno y sensible–, algo comestible que no deje más remedio que portarse como si apeteciera.
Desde cierto punto de vista, no deja de ser, para un gestor externo, síntoma de gran éxito el lograr, a fuerza de reiterar un estímulo, por muy débil que sea, que se dé entre los clientes ese reflejo condicionado del Poder Cerebral que se acrecentaba cada noche de vacaciones en que aumentaba la creatividad.
Nos obliga a proyectar tras el vacío de la ciudad que abarca una especie de presencia más o menos mágica, algo incognoscible, pero prestigioso, pero que sabemos que ha inspirado grandes pasiones –sus correos, sugerencias y consejos tan bellos–, por instinto que aquel a quien le gusta algo lo ve con mayor acierto y damos crédito a la sinceridad de una admiración que nos resulta próxima.
Contra este actor, notamos la opinión que suena por doquier y que redunda en nosotros lo queramos o no, en beneficio y mayor resolución, de nuestros papeles, un gestor externo que sigue siendo algo fuera de nuestro equipo, el carácter obsesivo que tan deprisa suele adquirir tiene que ver sobre todo con los esfuerzos desordenados que hace para ponerse en regla con los refractarios documentos, que se sienten, a su pesar, como si no tuvieran tiempo de materialización.
Les pagamos un tributo a los nombres conocidos y a las posiciones adquiridas del que nunca nos libramos por completo. Esos nombres de peritos tantas veces oídos que se nos vienen solos a la memoria en los anuncios y que no es posible rechazar sin que surja, a la postre, una sensación irracional y de carencia de estar cometiendo una injusticia hacia esa candidatura.
Existen plazas envidiables que se reparten lo mismo que esas carteras ministeriales que van a dar a manos de candidatos que no tienen más méritos para ello que el hecho de “estar siempre ahí”. Existe una carta forzada que no resulta lucrativa y la soledad sonora que tiene mucho poder en el mundo de las gestiones de esos todavía misteriosos Ministerios.
Aunque no sea más que en una proporción modesta, el paso hegeliano de la cantidad a la cualidad en provecho de una empresa cuya marca patentada repiten miles de voces, tengamos el valor de admitir que lo que hace que un gestor “cuente” –es también– la cantidad de votos que suma y que auguramos con excesiva docilidad basándonos en la intensidad de una campaña de encestes excepcionales realizados a lo Pau Gasol.
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