March 06, 2011

EL CIELO SOBRE LA TIERRA

La religión es una vía de acceso a otro estado espiritual.

Las gracias se confieren en el acto ritual de los sacramentos.

La salvación y participación de la vida eterna y feliz se halla enteramente en manos del individuo.

El título de cristiano es lo más grande que existe, pero en la vida cristiana, todos son iguales.

La razón humana se detiene ante la fe evangélica, se cambia en oscuridad y sin razón, y lo que para ella constituye una locura, para Dios es la suprema sabiduría.

Hay cosas que no se explican por la razón y tan solo se explican por la fe.

El reino del Cielo está en contra del reino de la Tierra. Qué hacemos para que la Nueva Jerusalén acampe entre nosotros.

Cristo considera como suyos a los cristianos, y son hermanos míos, todos aquellos que emprenden de todo corazón el camino de la vida recomendado por Cristo y que él ha seguido el primero.

Son las mentes y los corazones humanos, tomados cada uno de por sí, los que necesitan reformarse y cambiar al Nuevo Mundo.

Los demonios quieren gobernar los dominios temporales de la vida. El cuerpo sigue su corrupción orgánica. El alma está atada a él y no puede volar y precisa de la meditación y de la oración.

El mal y el pecado nos condenan. A diferencia de todas las restantes criaturas de las que solo impropiamente se dicen que hacen esto o lo otro, los seres humanos, gracias a su libre albedrío se condenan o se salvan solos.

El ser humano puede optar entre Dios y el Ser, y el no-ser-la nada-y el mal, el repliegue sobre sí mismo, hacia la propia individualidad limitada, con la simpleza de la autosuficiencia en su amor propio. Entonces pertenece al mundo de la pseudo-realidad.

La acción divina se manifiesta porque Dios nos busca cuando le amamos y le damos gracias por todo lo bueno que nos sucede y las veces que nos ha salvado.

A los seres humanos solo les importa pasarse por Dioses ante los hombres y esto lo castiga fuertemente Dios. Es un exceso de hybris el creerse inmortal y el no ser caritativo con los próximos.

La multiplicación de los saberes constituye el mandamiento tantas veces repetido en el Nuevo Testamento. Todo saber y toda sabiduría son buenos, pero que aquellos que se refieren directamente a la vida humana y a su seguridad han de ser apreciados como los más preciosos.

La voz divina habla en nosotros con ayuda del testimonio de la razón y también nuestra razón razonada puede ser una parte de la naturaleza humana degenerada y caída, tan impotente y perfectamente nociva como la voluntad humana de conciencia inconsciente para la empresa de la salvación.

La razón caída de la humanidad es una ruina desfigurada y como una ciega que tantea en tinieblas.

Dios vive y actúa necesariamente. Y si la fe en los milagros no se halla de acuerdo con razones de orden filosófico, son estas últimas las que han de considerarse como erróneas.

La verdadera religión debe conducir al ser humano a una alegría pura y verdadera derivada de su conocimiento de Dios y de su amor recíproco hacia Él.

Así como el cielo designa un estado de dicha inmutable, exento de inquietud y de alteración, el infierno designa cuanto hay de horrible, de miserable, todo lo que ostenta la impronta de la tristeza y el miedo. La alegría consiste no en una satisfacción momentánea, sino en una perfección duradera.

Los seres humanos corren tras de los bienes aparentes (dinero, honores, poder, gloria) y creemos que saben distinguir entre lo que es bueno o nocivo por sí mismo, pero deben buscar la virtud frente al vicio que es lo que perfecciona el alma y otorga una alegría en la vida.

El ateísmo y abandonarse a la razón pueden ser la misma cosa y un culto a la vida temporal del Estado y de la Nación.

La tristeza nunca puede ser buena. Los religiosos son alegres y Dios, fuente de la luz, no puede ser venerado en absoluto en medio del temor oscuro, las tinieblas y la tristeza. Hemos de servir a Dios con nuestra alegría. No somos un rebaño de esclavos sino de vencedores.

Las disputas, las inquietudes, las discusiones inútiles y las condenas mutuas no multiplican la alegría. Hay que intentar ser amistoso con la gente aunque nos decepcionen si podemos sanarlos.

La Tierra de nuestra humanidad viviente en Jesucristo se congratula de hacer que el cielo descienda a nuestros pies.

El hombre es un prodigio y una nada. Espiritual y corporal. Es un Ángel y un animal, un milagro, un centro, un mundo, un semiDios, es una nada rodeada de Dios, un indigente de Dios, y henchido de Dios si así lo quiere. El bien de la Creación no consiste en ser, sino en ser en Dios. Amaremos y adoraremos a Dios mucho más fervientemente para que las cosas salgan bien.

Los seres humanos se separaron de Dios por el pecado pero guardan el instinto de retorno al Padre. Y nos perseguirán como demonios por tener este espíritu de Dios pero no triunfarán sobre nosotros si luchamos con decisión.

Por la debilidad del amor propio siempre herido y la astucia del diablo, creemos que la vida conforme con la cruz y el espíritu divino arruina y destruye la naturaleza humana. El amor propio herido introduce un obstáculo entre Dios y el alma y nos hace obrar a veces en tinieblas con mucha menor perfección.

Por el pecado original tenemos que hacernos violencia y vencernos a nosotros mismos todos los días. El alma desnuda no distingue entre lo finito e infinito. El alma está unida a Dios en los perfectos que se han encontrado con el camino interior resultado de sus pesquisas.

La enseñanza de la religión necesita del cuerpo de la institución eclesiástica.

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