No hables tanto de ti y deja que ella hable de sí. Puede ser muy interesante, y no te empeñarás en falsas promesas y halagos. Tampoco huyas, aguanta la arremetida de ella, e intenta prestar atención y memoria a su nombre. Ten paciencia tres veces, reflexiona en tu interior lo que te dice, y dale sentencia final, a si puede ser tu pareja estable. Vela por la belleza, que es fruto divino dado por los dioses a las semillas humanas.
Entre todas las chicas escoge a una. Puesto que la has escogido tienes ya que conocerla. Así que vete a hablar con ella. Y conoce al momento su tono de voz, su temperamento, su espíritu, sus ideas, sus risas y su contoneo.
El hombre no debe enamorarse de una mujer si sintiera vergüenza de casarse con ella. Es más, no te enamores de quien te daría vergüenza hasta pasear con ella.
No es aconsejable hablar de amor a una mujer desde el primer instante: un sistema tan directo sólo tiene éxito con las concubinas.
No a una expresión de amor tal y como la conciben los comerciantes. No hablar de matrimonio a la primera vez que os conocéis.
Cuando supliques a tu dama pide una promesa de "recompensa tangible".
El verdadero objeto del amor consiste en alcanzar los consuelos dispensados por la parte inferior, en la cual radica el cumplimiento de toda acción amorosa. Por ello, es preferible aquel que elige la parte donde sus afanes encuentran fruto, y no aquel que se contenta con la mitad donde sólo puede hallar placeres preliminares.
Vale si te la levanta.
Estimularlas, quererlas, darles buenos consejos, mimos, piropos, buenas ocurrencias e ideas propias imaginativas y sicológicas sobre ellas que las ayuden a ser más creativas y felices a tu lado. Que se valoren y ser cariñosos con ellas.
March 12, 2011
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