August 02, 2014

BREVIARIO DE GIACOMO CASANOVA

A la memoria de mi padre.

17 de noviembre de 1797

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No he tenido escrúpulos para engañar a los bobos, los granujas y los necios cuando me ha parecido. Pero por lo que respecta a las mujeres, los engaños han sido siempre recíprocos, por lo que no entran en la cuenta, ya que cuando el amor está de por medio es cosa común que los unos engañen a los otros.

El hombre es libre pero deja de serlo si no cree en su libertad.

La vida es el único bien que el hombre posee y solo los que no la aman son indignos de ella.

Dado que las verdaderas virtudes no son más que hábitos, me atrevo a decir que los verdaderos virtuosos son aquellos que las practican sin el menor esfuerzo.

¡Cuán deliciosas son las negativas de una amante enamorada que solo aplaza el momento de la dicha para saborear mejor la delicia!

El amor propio y la vergüenza embotan el sentido común.

La muerte es un monstruo que expulsa del gran teatro a un espectador atento antes de que haya acabado una obra que le interesa infinitamente.

Tal vez por esta razón, cuando he tenido complicaciones con el foro, nunca he querido utilizar un abogado, ni llamar a un médico cuando he estado enfermo. Pleitear arruina a muchas más familias que a las que enriquece, y los que perecen a manos de los médicos son mucho más numerosos que los que se curan; lo cual parece probar que todo el mundo sería mucho menos desgraciado sin los unos ni los otros.

Cogí aquella rosa y, como siempre, la encontré superior a todas cuantas había cogido desde que segaba los fértiles campos del amor.

No sé si habré sido alguna vez duraderamente honesto, pero sé muy bien que los sentimientos que alimentaba durante mi juventud eran mucho más delicados que los que he adquirido a fuerza de vivir.

Los ricos desprecian a todas las libertinas excepto a aquellas que les han sacrificado su virtud.

Gran poeta es el amor: su materia es inagotable, pero si no alcanza el fin al cual está dirigido se cansa y se vuelve mudo.

La peor jugada que puede ofrecerle la suerte a un hombre ingenioso es hacerle depender de un tonto.

A pesar de que en numerosas ocasiones se me ha tachado de ateo, siempre me ha producido un singular placer ligar a Dios con los acontecimientos de mi vida.

En el aire de la habitación de la mujer amada hay algo tan íntimo, unas emanaciones voluptuosas, como un aire balsámico, que un amante al que se le obligara a escoger entre ese lugar y el paraíso no dudaría un instante en la elección.

El amante que sabe lo que se experimenta cuando se está con el objeto de su amor, al que teme entonces ver por última vez, (...) piensa que cada ofrenda es la última y no deja de prodigarlas hasta que el incienso se agota.

Se desprende uno más fácilmente de los vicios que de las pequeñas vanidades.

La mayor parte del género humano está compuesta por cobardes, y para ser siempre sincero hay que tener valor.
(Nota de Jorge: no hay que ser cobarde para ligar ni para andar largamente como un pavo)

La mujer es como un libro que, bueno o malo, ha de empezar agradando desde el frontispicio; si éste no es interesante no invitará a su lectura. (...) El frontispicio de una mujer va de arriba a abajo, como el del libro; y sus pies, que interesan a todos los hombres que comparten mis gustos, ofrecen el mismo interés que la edición de la obra. Si la mayoría de los aficionados no prestan más que poca o ninguna atención a los pies de las mujeres, tampoco la mayoría de los lectores hacen ningún caso de la edición. (...) Y al igual que los hombres que han leído muchos libros acaban por querer libros nuevos, aunque sean malos, un hombre que ha conocido muchas mujeres, todas bellas, acaba por sentir curiosidad por las feas cuando ve que son nuevas.

En el amor los favores fáciles de obtener pierden su encanto, mientras que un poco de resistencia incita el apetito.

En la juventud el amor, inflamado por todo cuanto puede excitarle, no se detiene hasta verse satisfecho, y al obtener un favor se inflama redobladamente para obtener uno mayor.

El amor es el más pícaro de los dioses; parece que su elemento sea la hostilidad, pero como debe su existencia a la satisfacción de los seres que le rinden culto ardiente, el pequeño ciego hace que todo salga bien en el momento en que todo parece desesperado.

Algunas feas suele compensar su fealdad con excesos de libertinaje.

En los negocios y en la política uno se siente más libre cuando escribe que cuando habla. Sin embargo, en el amor ocurre todo lo contrario.

Al contrario que los españoles, los franceses siempre me han gustado porque en sus modales hay algo tan gentil, tan cortés, que uno se siente atraído hacia ellos como hacia un amigo; mientras que en los otros se aprecia  un aire de orgullo ofensivo que les da un aspecto repelente y no predispone en su favor. Sin embargo, en más de una ocasión he sido engañado por los franceses, pero jamás por los españoles. Desconfiemos de nuestros gustos.

Hay en el hombre una fuerza activa moral que siempre le lleva más allá del límite en que se encuentra. Yo, que lo había obtenido todo, quise aun más.

Un secreto bien guardado no puede ser conocido ni por tres personas.

No es el dinero el que hace la felicidad, sino la alegría que nos produce al liberarnos de nuestras preocupaciones. 

La Naturaleza, tan sabia como su creador, encuentra sus caminos para castigar la vanidad y la ignorancia de los mortales.

Nuestra relación no era posible, ya que jamás hubiera resultado ni un amante cómodo ni un marido complaciente.

Llevaba un uniforme, por ello me parecía que era conveniente tener esa especie de orgullo susceptible, esa suerte de altivez que caracteriza a tantos militares.

Cuando falla el optimismo más decidido, una dosis de estoicismo fácil es capaz de limar la aspereza de las contrariedades.

Un sirviente tonto resulta más peligroso que uno malo y sobre todo procura más preocupaciones, pues uno puede estar en guardia contra un malvado, pero no contra un imbécil. Se puede castigar una maldad, pero no una idiotez.

El primer efecto de la cólera es privar al hombre de su facultad de juzgar.

La mejor tropa no es más que un mal rebaño.

Se ama el espíritu de quien nos hace reír.

La búsqueda de la satisfacción es la meta de la naturaleza humana, ya sea dando el triunfo de los sentidos sobre la razón, o bien otorgando a ésta la victoria sobre aquéllos.

El tiempo consagrado al placer es el mejor empleado.

El fuego del deseo es como el de la paja: se acaba en cuanto arde.

Durante toda mi vida nunca me ha sucedido ninguna desgracia de la que yo no tuviese la culpa, mientras que siempre he atribuido mis éxitos a una serie de felices circunstancias ajenas a mi voluntad, lo que me parece humillante.

Cuando se quiere hacer llorar se debe llorar, pero cuando se pretende hacer reír se debe mantener la seriedad.

El amor es un niño al que debe calmarse con chanzas, ya que una alimentación más compleja puede hacerle morir.

Solo se pierde el tiempo que se consume en el aburrimiento.

La delicadeza y naturalidad de las mujeres -que los hombres no poseemos- es un arma que les permite salir airosas de cualquier situación.

Si en el infierno no hay esperanza, tampoco debe haber deseos, ya que concebir deseos sin esperanza es algo peor que la locura.

De la emoción al amor, el camino es fácil.

¿Qué es el amor? He leído mucha palabrería antigua al respecto, y también lo que han dicho los pensadores modernos; pero ni todo cuanto se ha dicho, ni todo lo que he dicho, incluso cuando yo era joven, y ahora que ya no lo soy, me hará confesar que el amor sea una bagatela ni una vanidad. Una especie de locura, sí, pero la filosofía no tiene ningún poder sobre ella. Es una enfermedad a la que está sujeto el hombre en todas las edades y que resulta incurable cuando nos ataca en la vejez.

Quien no conoce el amor considera su templo como su tumba.

El placer, que es el goce de los sentidos, es una eterna satisfacción cuando se le concede todo cuanto apetece, y cuando los sentidos agotados necesitan reposo, para tomar aliento o para restablecerse, el placer se convierte en imaginación, complaciéndose, en la tranquilidad, en reflexionar sobre el placer que obtiene. Así pues, filósofo es aquel que no se niega ningún placer, que no acarrea penas mayores y que sabe crearlos.

El amor no puede florecer si nos falta la confianza.

-Pues claro que soy un hombre normal y además cristiano. Es más, adoro al bello sexo y no pienso renunciar al más dulce de los placeres.
-Un hombre sano que no tenga mujer cuando la Naturaleza le impone sus necesidades ha de masturbarse sin remedio, y quien por miedo a condenarse se abstuviera ganaría con ello una enfermedad.
-Entre nosotros se cree lo contrario. Estamos convencidos de que los jóvenes perjudican su temperamento, ya que acortan sus vidas con esos manejos. En muchas comunidades se les vigila para privarles de todo cuanto les posibilite pecar consigo mismos.
-Sin embargo -repuse- creo que el exceso de desorden debe perjudicar la salud, ya que enerva y debilita.
-En efecto, porque todo exceso es pernicioso, pero tal exceso no existe a no ser que se le provoque, y son los que lo prohíben quienes lo provocan.
-No entiendo nada de eso, pero entre nosotros hay médicos que afirman que las mujeres que tienen el semblante pálido es porque abusan de tal placer.

Tened principios siempre que sean producto de un razonamiento verdadero, sin dejar de poner la vista en la felicidad.

Una de las cosas que observé en Corfú, donde habitualmente hay unos tres mil galeotes, es que aquéllos que lo son por estar condenados por un crimen están rodeados por una especie de oprobio, mientras que los galeotes voluntarios gozan de cierto respeto. Siempre he pensado que debía ser justamente lo contrario; porque la desgracia, cualquiera que sea, exige una especie de respeto, mientras quien se entrega voluntariamente a la esclavitud me parece un ser soberanamente despreciable.

Cuando podemos compadecer a quienes nos injuriaron es que ya no les odiamos.

La verdadera virtud jamás pierde su noble carácter.

Antes de tomar esposa, un joven prudente ha de conocer su carácter, ya que la dicha del hogar no la da ni la belleza ni el dinero.

La virtud puede ser indulgente con el vicio, pero jamás aliarse con él (citando a Bragadin).

Si el sexo femenino no existiera el hombre sería el animal más desgraciado de la tierra(Nota Jg: ?)

En Padua no había cerrojos en las posadas a fin de que los extranjeros no pudieran encerrarse en sus aposentos, pues la Inquisición no permitía que nadie se acostara con otra mujer que no fuese la suya. Veinte años después, vi en España que todas las puertas llevaban cerrojos por fuera, de forma que los viajeros estaban en las posadas como en la cárcel. En España la Inquisición amenaza con devorar algún día a la monarquía, y no tendría nada de extraño que en cualquier momento el Gran Inquisidor haga raptar al rey para ponerse en su lugar.

Cuando en la vejez se goza de buena compañía es como si regresásemos a la edad de oro.

La alegría conduce fácilmente a la franqueza y la franqueza a la amistad.

Desde el momento en que una mujer se entrega por dinero, cien millones o veinticinco luises la convierten por igual en una perdida.

En sociedad, para ser el centro de la atracción general una mujer ha de mostrar deseos de agradar.

El amor es un ser enemigo de la vergüenza, a pesar de que busque la oscuridad y el misterio.

La novedad tiraniza nuestras almas. Sabemos que lo que vemos es casi como lo que ya hemos visto, pero nuestra curiosidad nos impulsa a convencernos de ello, y para conseguirlo hacemos tantos esfuerzos como si tuviéramos la certidumbre de descubrir algo incomparable.

Puesto que ninguno de los dos amaba al otro, ambos se perjudicaban con una absurda cortesía.

El hombre solo puede ser feliz cuando, al reflexionar, se juzga tal, y solamente cuando está en calma es capaz de reflexionar, de modo que en realidad sin calma jamás podrá ser cabalmente feliz.

Soltad un sofisma ante una mujer inteligente; aunque no lo recoja tampoco se dejará engañar por él, y aunque no os lo diga os dejará adivinar que lo rechaza.

Amamos sin consultar a la razón y dejamos de amar sin que ella tampoco tome parte en la cuestión.

La tristeza es una enfermedad que acaba matando al amor.

El misterio forma parte de la naturaleza humana y todo cuanto aparezca ante la masa con aspecto misterioso despertará siempre su curiosidad y será objeto de búsqueda, aunque se esté a veces persuadido de que el velo no suele esconder nada.

¡Competencia fecunda! Hija de la libertad y fuente de riquezas.

No existe nadie en el mundo que pueda llegar a conocerlo todo, pero cualquier hombre que posea facultades, contando con la fuerza de su moral, está obligado a intentar conocer lo máximo posible.

El juego es una medicina excelente para calmar el amor.

He amado con locura, pero siempre he preferido mi libertad a las mujeres.

-O como decimos en Roma, pecado oculto no ofende. Queda por completo perdonado.

La excesiva timidez es un atributo de la tontería.

La Naturaleza no ha establecido diferencia entre las necesidades, sino en las consecuencias de las mismas.

Pese a lo que diga San Agustín las criaturas no cumplirían con la obligación de reproducirse si no encontraran placer en ello.

El sueño es el bienhechor del hombre.

El hombre, cuando se abandona al empuje de una gran pasión, no sospecha que quien le mueve es la cólera, la peor enemiga de la razón.

Solo el infame es capaz de mostrar su insolencia mediante la mofa.

la felicidad existe sobre la faz de la Tierra y cada hombre tiene un pedazo de ella... y posiblemente la suma de los males, consecuencia de nuestras imperfecciones físicas e intelectuales, resulte superior a la suma de las dichas que corresponden a los individuos. Sin embargo la dicha existe.

Si deseáis la salud debéis deshaceros de la tristeza.

Cuando un hombre se empeña en conseguir algo, si tan sólo se ocupa en ello a pesar de todas las dificultades que su empresa presente, acabará consiguiendo lo que se ha propuesto.

Quienes candorosamente confiesan la dicha que experimentan son dignos de poseerla; los indignos son aquellos que pudiendo poseerla la rechazan y los que, aun cuando gozan de ella, la niegan.

-Entonces -observó la condesa-, si sois prudentes es que no os amáis con locura.

En lo que concierne a las pasiones y al placer la imaginación de la mujer es capaz de llegar más lejos que la del hombre.

El amor es el dios de la Naturaleza, pero qué es la Naturaleza si su dios es como un niño mimado.

El hombre a quien se escucha es el que triunfa.

He leído y aprendido en el gran libro de la experiencia que no hay que meditar sobre las grandes empresas, sino simplemente ejecutarlas, sin negar a la fortuna el poder que ostenta sobre las acciones humanas.

Si el rostro de una mujer es capaz de enamorarme siempre me inclino a perdonar las imperfecciones del resto, a condición de poder contemplarlas.

(Nota de Jorge: Estar a bien con las fuerzas ocultas y misterios de la Naturaleza.
Lo sobrenatural está dentro de lo natural aun cuando no lo conocemos.)

Todas las figuras de la oratoria quedan romas al chocar contra el acero indestructible de las pasiones.

Me encantan los platos que halagan nuestro paladar, pero si no comienzan por atraer mi vista los rechazo.

Cuando un hombre experimenta un gran amor se siente elevado por encima de sí mismo y se siente devorado por un fuego abrasador.

Debemos perdonarles, pues las cosas no tienen más valor que el que se les da, y para rebajar a los altivos solo hay que verlos como son el realidad... Aquellas damiselas de buena cuna hacían gala de la altivez que caracteriza a la nobleza, altivez que las pone por debajo de las clases más viles, pero que solo a los tontos, que abundan en todos los lugares, parece imponerse.

En un principio es siempre la superficie lo que llama mi atención, ya que en ella reside la belleza, luego viene el examen de las formas y calidades que si seducen, abrasan. Aquél que no busca las cualidades de la mente y del corazón es un ser superficial; sin embargo es por la superficie por donde comienza toda impresión amorosa, si exceptuamos todos esos fenómenos que nacen de la imaginación: vanas quimeras que la realidad acaba por destruir.
(Nota de Jorge: el poder de seducción)

Las mujeres de familia noble, que no tienen mejores costumbres que las demás porque están hechas de la misma materia, desean sin embargo ser objeto de atenciones que halaguen su orgullo.

Nos quejamos de las mujeres que, aunque enamoradas y seguras de ser amadas, nos niegan sus favores; pero nos equivocamos, porque si nos aman han de temer perdernos al satisfacer nuestros deseos. De modo que han de hacer todo lo posible para retenernos, y eso solo se logra alimentando nuestro deseo, lo cual solo se consigue a base de privaciones, mientras que el goce lo extingue porque nadie desea lo que se posee. Así pues las mujeres, a la postre, llevan razón al oponerse a nuestros deseos.

El hombre que se declara enamorado de una mujer, excepto en las pantomimas, tiene mucho que aprender.

La risa no es forzosamente sinónimo de burla, ¿por qué enfadarse pues por ser motivo de risa? Quien nos hace reír placenteramente puede tener la seguridad de que es amado (citando al abate Galiani).

El hombre que se sabe amado da más importancia al placer que procura que al que recibe.

A fuerza de repetir una mentira puede uno acabar creyendo que es verdad.

Hay quien parece pensar que el marido no tiene por-que ser un amante.

Tenía todos los medios para secundar a la fortuna pero me faltaba una cualidad esencial: la constancia.

Lo único que no perdonan las mujeres es la belleza de las demás.

Un hombre sensato solamente puede amar si tiene la fundada esperanza de ser correspondido.

La canalla es idéntica en todos los países.

El oropel tiene la facultad de deslumbrar y para la mayoría de hombres ocupa el lugar que debería ocupar el mérito.

En el corazón de un libertino el amor sin alimento positivo se extingue por una especie de inanición.

No ha habido en la Naturaleza nada que haya ejercido un poder sobre mí comparable al de un bello rostro de mujer. Lo "bello", según se ha dicho, está dotado de esa fuerza y estoy dispuesto a creerlo, pero puesto que lo que me atrae es forzosamente bello para mí ¿lo es en realidad? No lo creo, porque lo que a mí me atrae no causa siempre la general admiración. La belleza universal, la belleza perfecta, o no está dotada de este poder o no existe. Todos los que han hablado sobre la belleza han eludido la cuestión, escollo que hubiesen salvado con facilidad de haberse atenido a la palabra "forma", adoptada por los griegos y los latinos. La belleza no es y no puede ser otra cosa que la forma por antonomasia, ya que lo que no es "bello", literalmente, no tiene forma, y lo deforme o informe es lo contrario de lo bello o lo hermoso.

Lo más habitual es que los actos más decisivos de nuestra existencia se deban a las causas más insignificantes.

En el amor la mera idea de violencia siempre me ha repugnado, porque sigo pensando que no puede darse la dicha amorosa si no hay un perfecto acuerdo de confianza y abandono.

El libertinaje entristece tanto el alma como la envilece.

La modestia solo es una virtud cuando es natural, si se practica como producto de una buena educación resulta repugnante.

Para causar el asombro del vulgo conviene mezclar la sabiduría con la charlatanería.

Siempre he pensado que, sin el placer de la palabra, el placer del amor no merece tal nombre, y no puedo imaginarme un goce más vulgar que el que se logra de una muda, aunque sea más bella que la misma Afrodita.

Existe siempre la misma distancia entre la razón de un hombre y la de una mujer que entre la diferencia física de ambos sexos.

Los platónicos que pretenden que con una mujer joven y atractiva es posible limitarse a la amistad son unos visionarios que no saben lo que se dicen.

Solamente es el primer paso el que cuesta, ya que una vergüenza vence a la otra.

Si el placer es pasajero, también lo son las penas.

Los sacrificios que se hacen por causa de nuestra pasión acaban volviéndose contra nosotros.

Cuando está bajo el influjo del sano raciocinio, la curiosidad es una de las más bellas cualidades del espíritu, ya que tiene por objeto toda la Naturaleza, pues nada es más dulce que saberlo todo.

Hay quienes prefieren pasar por maridos complacientes que por tontos.

La viveza de espíritu ennoblece a la hermosura y presta encanto incluso a la fealdad.

Los encantos espirituales se imponen sobre el espejismo de la belleza.

Cuando una mujer es realmente hermosa solo necesita de un instante para saberlo; si precisa de un examen detenido es que su belleza no es completa.

Bien hubiésemos querido entregarnos a una dulce charla, pero como no disponíamos más que de una hora nos entregamos al placer sin despojarnos ni siquiera de la ropa.

Los placeres robados tienen un encanto inexpresable.

Cualquier mujer, honrada o no, se vende. Cuando un hombre tiene tiempo la compra con asiduas atenciones, y cuando tiene prisa utiliza los regalos o incluso el oro.

En mi larga carrera de libertino, durante la cual mi inclinación hacia el bello sexo me ha hecho utilizar todos los medios de seducción a mi alcance, he conquistado toda clase de mujeres, cuyos encantos se habían apoderado de mi razón. Pero siempre me he guardado de atacar a las novicias, aquéllas cuyos principios morales constituían un obstáculo para mi éxito, siempre que no estuviesen en compañía de otra mujer.

La excitación es enemiga mortal del amor.

Para la mujer, la juventud es una de sus primeras cualidades.

El ahorro que aminora el placer es una mezquindad.

Los necios existen para toparse con los problemas.

Un matrimonio sin el goce carnal es como una zarza espinosa.

Solamente el amor puede inspirar tales coloquios, no obstante y por desgracia nada se gana con ellos.

El medio de curarse del amor no es huyendo del objeto que lo ha provocado.

Quienes tienen un alma fuerte como para no desesperar jamás serán infelices.

En asuntos del corazón la mujer es tan instintiva que, con la simple inspiración de la pasión, es capaz de aprender más en un minuto que lo que un hombre puede aprender en toda una vida.

El amor torna al hombre sutil pero a veces opera en sentido contrario.

¡Cuán necio y débil es el hombre enamorado!

El hombre verdaderamente feliz es aquél que no sabe odiar.

El hombre en sus relaciones morales no tiene que dar cuenta a nadie más que a sí mismo aquí abajo y, después de su muerte, a Dios.

Entre dos mujeres, por muy amigas que sean, nunca llega a perdonarse la rivalidad amorosa.

El bien preferible es aquel que se goza, el que se desea la mayoría de las veces se limita al placer de desear.

En Rusia solo se hace caso de aquellos a quienes se llama, los que se presentan por su propia iniciativa raras veces hacen fortuna.

El hombre que en un apuro pide socorro a un rico, si lo logra perderá su estima y si no lo consigue obtendrá su desprecio.

La calumnia es fácil de sembrar pero difícil de segar.

La suerte y la honradez no corren parejas.

En mi locura de querer ser amado, mi imaginación siempre ha inventado amores en toda regla.

Las virtudes solo son estimables bajo el velo de la constancia (citando a Ariosto).

Dominada por los sentimientos, la mujer cree que lo mejor que puede hacer por el hombre que le ha hecho bien es entregarse a él sin reservas. El hombre piensa de otro modo y la razón es muy sencilla, pues estamos hechos para dar y las mujeres para recibir.

Casarse es siempre una tontería, pero cuando el hombre la comete en la edad en que le abandona su fuerza física es mortal, ya que de aquella con quien se casa, en especial si es joven, no puede obtener más que mera condescendencia, que el hombre pagará cara, y si en verdad la mujer lo ama acabará matándolo.

La hipocresía es un vicio general común a toda la humanidad, y el egoísmo, aunque pretendamos ignorarlo, el móvil constante de todos nuestros actos.

El placer que sigue al deseo es preferible, puesto que es mucho más vivo.

El primer impulso de una joven que despierta a la vida es la coquetería, y es el único que siempre cultiva porque es el único que le asegura la constancia de un amante.

Siempre he considerado muy importantes las bagatelas que nos ayudan a trazar el camino que ha de llegar al corazón de quienes amamos.

pues la seducción no es una cualidad que yo ostente en exclusiva, ya que, sin saberlo, al seducir he sido seducido a mi vez.

Todas las mujeres prefieren al enamorado valiente que no duda en desafiar todos los riesgos frente al que es respetuoso y precavido.

LOS PALCOS DE LOS TEATROS ESPAÑOLES
- Es asombroso, ya que si la señora y el señor están seguros que los del patio no pueden verles las manos (que en España sí), podrían hacer mal uso de ellas.
- ¿Qué uso?
- ¡Válgame Dios! La señora podría hacerle una puñeta al señor.

Tenía un temperamento que le inclinaba al acto venéreo, pues mientras su esposa vivió jamás dejó un día de cumplir con sus deberes como marido.


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