December 03, 2011

LA CALLE DE LOS CORREABERTZALES II

Podemos confinar a los terroristas en una jaula/ para hacer escarnio público de todos ellos/ pero no ni con esas lo va a conseguir la democracia española/ sino que tampoco las jaulas están para proteger de las amenazas exteriores/ entonces para qué están las jaulas/ sino para que pierdan el tiempo de acceder a los organismos autonómicos/ y se les vaya la vida a paseo.

No sé si en el PaísPum Etarra hay una iglesia de Todos los Santos donde alguien haga un poema El tañido de la campana de las víctimas y nos muestre que éste es el sonido en el medio vasco y que difícilmente los correabertzales van a disfrutar de un Scherzi Musicali que enfatice aún más su carácter vivaz con un ritmo mucho más alegre porque la cadena la arrastran por detrás.

Se impone la literatura de tono satírico en Las Vascongadas, donde los satánicos etarras pasan a ser sátiros del cortejo de Otegi como si se relajaran las costumbres y pasaran a ser faunos que van a disfrutar de que todos los acaricien en la escalinata gubernamental pero siempre pondrán la otra cara de lebreles para los que se consideran españoles que viven con ellos pero poco saben que su cornupia perderá forma y sus pezuñas ya no servirán.

Los sauces llorones suelen tener abundantes ramas delgadas, largas y muy flexibles y sus hojas pueden tener figura lanceolada u oval y casi siempre presentan los márgenes aserrados y los de las víctimas de ETA tienen una bella copa formada por ramas colgantes hacia abajo como si un marasmo de fantasma de la paz, el luto y los grupos armados viniera a rendir a los caseríos en las noches de neblina.

Cómo voy a empatizar/ con los extremistas que corren cuesta abajo/ claro que no puedo/ ni siquiera por un momento sentir su locura soberanista socialista/ porque sería absurdo/ sino es que se escurren por la pata con tanta cagada/ no hay chapela ni capirote que la tape/ ni braza terrorista que a dentelladas con el Cetáceo Español/ no sea desgarrada/ entre los barrotes de la estrecha cárcel/ por muchas puertas abiertas que ahora suplican/ sin cortarse ni un pelo en el deje del gatillo/ y siento tanta vergüenza ajena/ de lo que han hecho estos asesinos/ que como caraduras piden ahora borrón y cuenta nueva.

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