Puedes hacer lo que quieras, estudiante, no te faltará tu bol de arroz diario, ni te obligaremos a llevar la coleta bianzi. Los estudiantes, en vez de trabajar, conspiraban; en vez de repetir, pensaban. La plaza, de fuego en fuego. De ser la garganta del dragón pasaron a ser la pezuña excitada, y Deng Xiaoping pudo cortar la mala hierba
(Cartas a EL INDEPENDIENTE, junio 1990)
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