January 11, 2016

EL VIEJO Y LA NIÑA DE RODRIGO COTA (1477)

AMOR
Donde mora este maldito
no jamás hay alegría
ni honor, ni cortesía,
ni ningún buen apetito.
Pero, donde yo me llego,
todo mal y pena quito,
de los yelos saco fuego (hielos)
y a los viejos meto en juego
y a los muertos ressuscito.

Al rudo hago discreto,
al grossero muy polido,
desembuelto al encogido
y al invirtuoso neto,
al covarde esforçado,
al escasso liberal,
bien regido al destemplado,
muy cortés y mesurado
al que no suele ser tal.

Yo hallo el sumo deleite,
yo formo el fausto y arreo,
y también cubro lo feo
con la capa del afeite.
Yo hago fiestas de sala
y mando vestise rico;
yo también quiero que vala
el misterio de la gala
quando está en lo pobrezico.

Yo las coplas y canciones,
yo la música suave,
yo demuestro a aquel que sabe
las sotiles invenciones. (sutiles, ingeniosas)
Yo fago bolar mis llamas
por lo bueno y por lo malo.
Yo hago servir las damas,
yo, las perfumadas camas,
golosinas y regalo.

Yo bailar en lindo son
yo, las danças y cosautes..., (canto parabelístico o con estribillo)
y aquestos son lo farautes (heraldos)
que yo embío al coraçón:
en las armas festejar
invenciones muy discretas,
el justar y tornear,
en la ley de batallar,
trances y armas secretas.

Visito los pobrezillos,
fuello las casas reales;
de los senos virginales
yo sé bien los rinconzillos.

yo también cómo se saque
la pequilla que no taque (afee)
las lindas acataduras (caras).

Yo hago las rugas vejas (arrugas)
dexar el rostro estirado,
y sé cómo el cuero atado
se tiene tras las orejas. (se sujeta)
Y el arte de los ungüentes
que para esto aprovecha...

Aprieto los miembros floxos
y dó carne en las enzías.
A la habla tremulenta (pronunciación temblorosa)
turbada por senetud,
yo la hago tan esenta
que su tono representa
la forma de juventud.

Sin daño de la salud
puedo con mi suficiencia
convertir el impotencia
en muy potente virtud,
sin calientes confaciones, (mezclas, recetas)
sin comeres muy abastos, (suficientes, convenientes)
sin conservas ni piñones,
estincos, sateriones, (lagartos pequeños, hierbas medicinales)
atíncar ni otros gastos. (resina de la India)

Algún ave que librar
se quiso de mi conquista,
solamente con la vista
le di premia de engendrar.
Mi poder, tan absoluto
que por todo cabo siembra, (parte)
mira cómo lo secuto: (ejecuto)
árbol hay que no da fruto
do no nasce macho y hembra.

Pues que ves que mi poder
tan luengamente se estiende,
do ninguno se defiende
no te pienses defender.
Y a quien buena ventura
tienen todos de seguir
recibe, pues que precura
no hazerte desmesura,
mas de muerto rebevir.


EL VIEJO
Robador fiero sin asco,
ladrón de dulce despojo,
bien sabes "quebrar el ojo
y después untar el caxco".
¡Ó, muy halagüeña pena,
ciega lumbre, sotil ascua!
¡Ó, plazer de mala mena!,
sin ochavas en cadena
nunca diste buena Pascua.

El libre hazes cativo,
al alegre mucho triste,
do ningún pesar consiste
pones modo pensativo.
Tú ensuzias muchas camas
con aguda ravia fuerte,
tú manzillas muchas famas
y tú hazes con tus llamas
mil vezes pedir la muerte.

Tú hallas las tristes yervas
y tú los tristes potajes,
tú mestizas los linajes,
tú limpieza no conservas,
tú doctrinas de malicia,
tú quebrantas lealtad,
tú, con tu carnal cobdicia,
tú vas contra pudicicia
sin freno de onestidad.

Tú vas a los adevinos,
tú buscas los hechiceros,
tú consientes los agüeros
y prenósticos mezquinos,
trayendo con vanidad
a creer por abusiones (supersticiones)
lo que deleite y beldad
y luenga conformidad (larga)
ponen en los coraçones.

Tú nos metes en bollicio,
tú nos quitas el sossiego,
tú con tu sentido ciego
pones alas en el vicio.
Tú destruyes la salud,
tú rematas el saber,
tú hazes en senetud
la hazienda y la virtud
y el auctoridad caer.


EL AMOR
No me trates más, señor,
en contino vituperio,
que, si oyes mi misterio,
convertirlo has en loor.
Verdad es que inconviniente
alguno suelo causar,
porque del amor la gente
entre frío y muy ardiente
no saben medio tomar.

De allí dizen que es locura
atreverse por amar,
mas allí está más ganar
donde está más aventura.
Sin mojarse, el pescador
nunca toma muy gran pez;
no hay plazer do no hay dolor;
nunca ríe con sabor
quien no llora alguna vez.

Razón es muy conoscida
que las cosas más amadas
con afán son alcançadas
y trabajo en esta vida.
La más deleitosa obra
que en este mundo se cree
es do más trabajo sobra, (donde, sobreabunda)
que lo que sin él se cobra (gana, consigue)
sin deleite se possee.

Siempre uso de esta astucia
para ser más conservado:
que con bien y mal mezclado,
pongo en mí mayor acucia
y rebuelto allí un poquito
con sabor de algún rigor,
el desseo más incito,
que amortigua el apetito
el dulçor sobre dulçor.

No lo pruevo con milagro,
cosa es sabida, llana,
que se despierta la gana
de comer con dulçe agro.
Assí yo con galardón
muchas vezes mezclo pena,
que, en la paz de dissensión
entre amantes, la qüistión
reintegra la cadena.

Por que no traiga fastío (hastío)
mi dulce conversación,
busco causa y ocasión
con que a tiempos la desvío,
que lo que sale del uso
contino sabe mejor.
Y por esto te dispuso
mi querer, por que de yuso (desde abajo)
subas a cumbre mayor.

Por ende, si con dulçura
me quieres obedescer
yo haré reconoscer
en ti muy nueva frescura:
ponerte he en el coraçón
este mi bivo alboroço;
serás en esta sazón
de la misma condición
que eras quando lindo moço.

De verdura muy gentil 
tu huerta renovare;
la casa fabricaré
de obra rica, sotil;
sanaré las plantas secas,
quemadas por los friores.
En muy gran simpleza pecas,
viejo triste, si no truecas
tus espinas por mis flores.


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¡Ó, viejo triste, liviano!
¿Quál error pudo bastar?
¿Que te havía de tornar
ruvio tu cabello cano?
¿Y essos ojos descozidos,
que eran para enamorar?
¿Y essos beços tan sumidos,
dientes y muelas podridos,
que eran dulces de besar?

Conviene también que notes
que es muy más digna cosa
en tu boca gargajosa
paternostres que no motes,
y el tosser que las canciones,
y el bordón, que no el espada,
y las botas y calçones
que las nuevas invenciones
ni la ropa muy trepada.

¡Ó, marchito corcobado!
A ti eras más anexo
de ijar contino quexo
que sospiro enamorado.
Y en tu mano provechoso
para en tu flaca salud
más un trapo lagañoso
para el ojo lagrimoso
que vihuela ni laúd.

Mira tu negro garguero (garganta)
de pesgo seco pegado. (pez, resina negra y pegajosa)
¡Quán crudio y arrugado
tienes, viejo triste, el cuero!
Mira en esse ronco pecho
cómo el huélfago te escarva. (enfermedad vías respiratorias)
Mira tu ressollo estrecho,
que no escupes más derecho
de quanto ensuzias la barva.

¡Viejo triste entre los viejos,
que de amores te atormentas!
Mira cómo tus artejos
parescen sartas de cuentas,
y las uñas tan crescidas,
y los pies llenos de callos,
y tus carnes consumidas,
y tus piernas encogidas
quales son para cavallos.

¡Amargo viejo, denuesto
de la humana natura!
¿Tú no miras tu figura
y vergüenza de tu gesto?
¿Y no ves la ligereza
que tienes para escalar?
¡Qué donaire y gentileza
y qué fuerça y qué destreza
la tuya para justar!

¡Quién te viesse entremetido
en cosas dulces de amores,
y venirte los dolores
y atravessarte el gemido!
¡Ó, quién te oyesse cantar
"Señora de alta guisa..."
y temblar y gargadear
los gallillos engrifar, (campanilla, erizar-encrespar)
tu dama muerta de risa!




CANCIONERO GENERAL DE HERNANDO DEL CASTILLO (1511)

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