La escalera, el patio, el barrio, se siente una vibración de platos de la familia, cristalerías, puertas y crujen las paredes, se despiertan los que están durmiendo y se pueden derramar líquidos, los cuadros se mueven y se siente ya en el exterior y la crisis depresiva la siente todo el mundo.
Ya no podemos más, dejamos olvidado el coche en sitios donde no se puede aparcar, tiramos las monedas al suelo cuando compramos el pan, nos dejamos la llave dentro de la taquilla de la piscina y cerramos el candado, el mundo es muy complicado y vendrán las distracciones y la locura o cuando menos las estatuas de sal, de ahí un sexo sano y fuerte que refresque la animalidad ante tanta información sin procesar de la que conviene pasar o darse nuevos arrestos para alcanzarla.
Estamos perdiendo puntos de referencia como iglesia, plaza mayor, panadería, taberna, botica...quieren que nos perdamos, no deambulemos y nos quedemos en casa, metiditos con la tele o matándonos.
En Ercávica junto al Mar de Castilla (un monte sobre el embalse del Buendía) tratan de recuperar las ruinas de una ciudad celtiberromana (la casa del médico Esculapio es el centro de referencia); a pocos kilómetros de allí, otro pueblo histórico importante, Huete, está tirando las casas viejas y pueblerinas y levantando encima unas de estilo y colores inmobiliarios. Ha perdido todo su encanto e importancia.
Los hijos traen más ángeles a casa, y dice Dios, lo que necesite tu hijo tú lo tendrás, si necesita una mejor casa tú la tendrás, no es que vengan con un pan debajo del brazo pero fuerzan el destino común de la familia y de la nación
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