MADRID Y BARCELONA V

Que dura se me hace la vida de chulapo en la Corrala, a ver si me doy un aire y se me cruza la suerte de san Isidro al beber de la Fuentecilla, Madrid con sus claroscuros es bonita, y quien no lo sienta muy a su pesar suyo que no venga más, aquí se viene a rezar para ir al Cielo, no para quedarse, las rejas son de luz de fieras.

El Rococó poético y pictórico del XVIII en el Parque del Retiro es la contemplación del cuerpo femenino de rico vestuario, dominado por la coquetería y la frivolidad. A Cibeles se accede por la monumentalidad de Carlos III.

Las extranjeras en el Museo del Prado veían nuestro poderío y en el Museo Botánico se ponían cachondas y subían por Huertas a la Plaza de Santa Ana al Teatro Español para tapear y flirtear con nosotros a base de caldo, pescaítos, rabo de toro y moscatel. En Madrid la fiesta nunca acababa y cuando nos emparejábamos era lo mágico prodigioso al subir al Hotel París.

Estás en una nube blanca y baja de Sierra como las definía Hemingway en Madrid. Madrid tiene dientes de sierra. Los túneles tienen lenguas y paladares pero la Castellana siempre ha estado adentellada. "Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Una nube los cubrió y salió una voz de la nube: "Poned-las reglas largas".

Madrid es el rompeolas de todas las Españas aun cuando Eugenio d´Ors quisiera dividir la Península en dos partes, una para Lisboa y otra para Barcelona y a los de la capital que les parta un rayo. Les migracions invasives les que modifiquen substancialment la identitat cultural d´acollida.

Cuando quieres poner de azul los autobuses madrileños de la E.M.T. que eran rojos en un Madrid de aceras grises, resulta que el Danubio que es gris, y que se ve azul cuando estás enamorado, se pone rojo. Azul y rojo, rojo y gris...y un blanco cielo de niebla nada en el Barrio de las Letras de Madrid.

La sabiduría de Asia es la sabiduría de los orígenes, que ahora se enfrenta a la filosofía de los finales típicamente occidental, que diría Francisco Umbral. Pero si hay alguna guerra nuclear siempre nos quedará la Estación Fantasma de Chamberí.