May 20, 2018

UN MOTIVO PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN: EN ESA SOLEDAD INMISERICORDE NO VAN A CONOCER LA ALEGRÍA DE TENER A DIOS

No convencen los ritos, no convence el hacer muchas devociones concretas ni el hablar mucho de Dios. Lo que convence de verdad es que se note por nuestras obras, no por nuestras palabras, que creemos en el Resucitado, que creemos en la vida nueva que Él nos da, y por eso la pregunta podría ser: ¿Mi vida habla de que Dios existe?¿Mi vida habla de que Cristo vive?¿Podrían decir los que me contemplaran, los que me vieran, que a través de mi vida, que no de mis palabras, Dios es alguien que me define, que me lleva, que me sostiene, me ilusiona, me gusta, me atrae y lo paso bien con Él? O tal vez la imagen que yo esté dando de Dios es más bien de una carga, una obligación, un rito o una costumbre. Todos hoy de algún modo somos misioneros, nos comprometemos con Cristo Jesús a transmitir Su vida y Su enseñanza a todos los que tengamos cerca.

Dios, aunque es todopoderoso, desea más que nada algo que sólo tú le puedes dar, que es tu verdadero cariño y tu verdadero amor.

Así es el apostolado que nace de dos cosas: el convencimiento de que Jesús va a salvar nuestras vidas, que Jesús realmente es la solución de todos los problemas del hombre y a la vez, que para acercar a la gente a Jesús, sólo sirve un instrumento apostólico, es el querer de corazón a las personas y desear sinceramente su bien.

A Cristo no le importan nuestras fragilidades, no le importan nuestros pecados. Él ya contaba con que nos íbamos a equivocar. Cristo sólo espera del hombre una cosa, que su relación sea de amor. Lo hemos oído tantas veces, que Dios no quiere nuestros sacrificios, no quiere nuestros cumplimientos ni nuestros servilismos, sólo quiere el corazón del hombre, sólo le interesa el amor. Pero no porque vayamos a engrandecer a Dios con nuestro amor, sino porque el mismo Dios sabe que lo único que nos engrandece, que nos embellece, que nos beneficia, es que tengamos un corazón lleno de amor.

Por eso, ¡qué decepción tan grande puede sentir el Señor cuando los hombres no queremos escuchar la aventura tan apasionante que nos tiene que ofrecer, la aventura de la vida, de la vida en la tierra y de la vida en el cielo!

Todos deberíamos plantearnos qué tiempo dedicamos a diario a escuchar la voz del Buen Pastor, y tal vez con vergüenza reconozcamos que es muy poco: porque no nos interesa, o nos cansa; porque denuncia cosas que hacemos, y nos interpela para rectificar. Decía el salmista: ¡Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón!




PARA ANDAR CON DIOS POR CASA
+Párroco de Ntra Sra de Caná de Pozuelo de Alarcón

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