March 12, 2014

PERDÍ LA GRACIA DE PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

Váse.

EURÍDICE ¡Ay, infeliz Eurídice,
de un veneno inclemente
que el pecho me traspasa,
el corazón me enciende,
sola he quedado! ¡Ay triste,
viendo en tantos vaivenes
que la Gracia me deja
y el Albedrío me pierde!
¿Adónde Gracia estás,
que ya no alcanzo a verte?
¿Dónde iré cuando el Cielo
para mí se obscurece,
la tierra sepulturas
abre, donde tropiece?
Los brutos, que solían
lisonjearme obediente,
garras y uñas afilan
para darme la muerte.
De mí los vientos huyen,
de mí las aves temen,
y enturbian sus cristales
las cristalinas fuentes.
Todo se me rebela.
¡Oh, quién rasgar pudiese
el corazón, adonde
mil puñales me hieren,
áspides me desgarran,
y víboras me muerden!
¿Dónde iré? Sin la Gracia
no hay camino que acierte,
y pues que la he perdido
de vista, en estos verdes 
laberintos, iré,
errada como siempre,
tras mi loco Albedrío,
donde sombras crüeles
escondan mi hermosura,
aunque para esconderme
caigan, caigan los montes,
dejen las cumbres, dejen
despeñar sobre mí
las cimas eminentes,
y en bóvedas de riscos
me escondan y me entierren,
para que yo no vea
la luz que me aborrece.
Perdí, perdí la Gracia,
dióme el áspid la muerte,
que si es morir perderla
mortal que peca muere.



Autos Sacramentales
El Divino Orfeo, Pedro Calderón de la Barca

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