October 14, 2013

LA MUJER MARÍA

El semen se recibe en silencio.
Solo de la mente de unos mentecatos podía salir la idea de una mujer virgen y madre.

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Llegado este momento, me gustaría tener expresiones adecuadas para poder exponer en pocas líneas todo lo que mi corazón siente por esta Señora incomparable que se llama María :"Virgen singular, virgen soberana y perfecta, elegida para ser Madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su Sangre".

Porque María es eso, la única, la irrepetible. Parece como si Dios hubiera roto el molde después de hacerla. Porque, en efecto, siendo María una criatura, como nosotros, sin embargo nos distancia de ella un enorme trecho salvable tan sólo por la gracia y el Amor misericordioso de Dios, que nos la ha puesto por Abogada. Y toda su grandeza y sus privilegios asombrosos están en función de una sola cosa: la Redención: porque Dios pensó en rescatarnos y porque pensó hacerlo como lo hizo, tuvo que pensar también en una criatura que sirviera de canal para darnos a su Hijo en carne y sangre humana. Por eso, Jesús es de la carne y de la sangre de María. Dios, para hacerse hombre, se encarna en una Virgen singular y se apropia -como cualquier criatura- de su íntima sustancia. Y así se ha hecho Dios de la raza de los hombres.

No hay criatura más cercana, más emparentada con la Trinidad Beatísima, que María: ¡Hija de Dios-Padre, Madre de Dios-Hijo, Esposa de Dios-Espíritu Santo!¡Un verdadero portento! Éstas son sus glorias, éste su honor.

María es el instrumento dispuesto para servir a Dios sin condiciones. Pero no es un simple instrumento, es mucho más. María no es como un sagrario o un vaso sagrado en el que se encierra Dios mismo, María es canal vivificador porque no se limita a dar la humanidad a Jesucristo, sino que colabora estrechamente con Él en la obra de la Redención, pudiéndosela llamar con toda propiedad corredentora.

Durante siglos y siglos ha cantado la Iglesia los loores a Santa María. Durante veinte siglos los hijos fieles de la Iglesia han dedicado las expresiones más elevadas, más bonitas, más delicadas a María, la Madre de Jesús. Y siempre, al ensalzarla, se han quedado con la impresión de no estar siendo justos en sus alabanzas, porque parece como si en este mundo no hubiera términos de expresión adecuados para aplicárselos con toda propiedad. De Maria nunquam satis, decía San Bernardo: nunca se puede decir bastante de María.

En María se da la plenitud. María es "la llena de gracia", la "bendita entre todas las mujeres". María es la Bienaventurada, la gozosa, la feliz, sencillamente porque en ella "ha obrado maravillas el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo", y las ha obrado por ser la más humilde entre las criaturas -"porque vio la humildad de su esclava"-.


Sinceridad y Fortaleza
José Antonio Galera

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