December 30, 2013

EL RITMO RELOJ DE LOPE DE VEGA

(Nota de Jorge: O de la continuación de la verdadera historia del Valiente y el Oso y el Madroño de Madrid)

LUCIANO quiero que, en cosas crueles,
te vayas, hijo, a la mano.
Nacido que fuiste aquí,
como otras veces te digo,
estando tu madre, amigo,
desamparada de mí,
nacido, o casi naciendo,
una osa te llevó,
que es ésta que te crió
a la cual yo fui siguiendo.
Entró en su cueva, que estaba
entre estas breñas que viste,
donde yo, confuso y triste,
esperé si te mataba.
Estaba a la puerta un día,
al cabo del cual lloraste,
y de la vida mostraste
la señal que yo quería.
Y tras éste, seis estuve,
porque tus voces oí,
sin apartarme de allí,
que de yerbas me mantuve.
Al cabo desto, la osa
que te criaba, temiendo
que te andaba persiguiendo,
hizo una cosa espantosa;
que en sus brazos te llevó
más de seis leguas, volviendo
siempre la cabeza, y viendo
que la fui siguiendo yo.
Allí te tuvo tres años,
y yo tanto sufrimiento,
que los tuve al agua y viento,
cubiertos de rotos paños.
¡Sabe el cielo qué pasé
de hielo y calor por ti,
la hambre que padecí
y lágrimas que lloré!
Un día, por la montaña
vi corriendo, a gran furor,
la osa, y con el amor,
atrevíme aquesta hazaña:
que por aplacar mis males,
entré en la cueva resuelto,
adonde te vide envuelto
entre pieles de animales.
Lloraste en viéndome, y luego,
con halagos que en mí viste,
gran regocijo hiciste,
y te dormiste a mi ruego.
Y estando así en este punto,
la osa, con mil pedazos
de carne entró, y de mis brazos
te dejé caer difunto.
Ella entonces me halagó,
y yo volví del desmayo,
donde vi que, como a un ayo,
por señas te me encargó;
que, como ya te tuviese
criado, y te viese mudo,
lo que ella darte no pudo,
quiso que yo te lo diese.
Estuve allí entretenido,
y enseñéte a hablar, aunque eras
todo cuanto ser pudieras
si della hubieras nacido.
Ursón te puse por nombre,
por la osa, y fue después
el amistad de los tres,
los años que tienes de hombre,
hasta ahora que he venido
contigo aqueste lugar,
a ver si puedo hallar
tu madre y mi bien perdido.
Y andas tan sucio, y te abates
tanto a quien no te persigue
que no habrá hombre que te obligue
a que los hombres no mates.
¿Qué te deben las pastoras
que llevan mantenimiento?
Aquí te ofrecen sustento
los propios montes que moras.
Mira que ya nos persiguen,
y que si eres tú muy fuerte,
yo flaco, y temo la muerte
de las manos que nos siguen.
¿Hasme entendido?


Ursón y Valentín, Lope de Vega

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