September 14, 2013

LA MARIBLANCA

LA MARIBLANCA
abril/1992


Por puta, por bruja, y por santa, la llamaban la Mariblanca.

Llegó un día en que su machito le dijo, que quería tener un hijo de ella. Y casarse. Ella se negó.

Entonces la abandonó y se fue lejos de donde conocieran el trato que había tenido con ella, a buscar a otra.

La Mariblanca se quedó indipuesta. No quería tener un hijo, pero tampoco quería perder a su machito. No paró de pensar, que sin la presencia de su varón, se abría la puerta a todas las desgracias; que él la protegía de la maledicencia de las gentes. Y empezó a engordar y a tener miedo de quedarse sola.

Él llegó a Madrid, encontró un empleo, y una pensión. El tiempo pasaba.

Ella, en la separación, dejó de dormir. Había cometido el error de "dejarlo partir", sin asegurarse otro.

Dispuso un embrujo de tal forma que sus vidas quedaran atadas en las aguas del Tajo, con lo que él no tendría más remedio que volver.

Los padres del machito, que siempre se habían mantenido unidos, sabían que aquella mujer tramaría algo malo contra él. Acudieron a un familiar, que era monja, llamada Veracruz. Veracruz les dijo, que rezaría por él, y nada le pasaría.

El machito conoció en el Retiro a una chica que se llamaba Angela y tenía veinte años. Estaba sentada en un banco, meciendo los lazos de sus cabellos.

Sus dos ojos, y la forma con que le miró, le hicieron ver que no era más puta que la Mariblanca; y se entristeció. La forma con que recogía sus palabras y se las devolvía, y llenas de encanto y delicadeza, le hicieron ver que tal vez fuese igual de bruja que la toledana.

Pero lo cuidadosa que era con los niños ajenos... ¡esto, le hizo ver que tal vez fuera más santa que la Mariblanca, que ella era su destino!

Aun guiándose por la razón, casóse, tuvo dos hijos y fue muy feliz al poder cumplir con lo que guardaba en su interior: formar una familia.

Cuando la Mariblanca se enteró, se cortó el pelo, y enloqueció.

Y cuentan ahora los del pueblo, que la Mariblanca fue llamada así, por puta, por bruja, y por loca.

¡Mariblancas que venís a nosotros, no se os escape el machito!

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