October 10, 2012

A LOS 100 ERRORES DE LA FILOSOFÍA DE CIORAN

"Pero hay también almas, raras y terribles, que tienen propensión a la lucidez. Algún hada irónica o adversa dejó ese don negro en su cuna, y ellas despiertan al menor choque de la vida, al más pequeño indicio de fisura en la solidez estatuida... Se convertirán así en centinelas insomnes de fracasos que todo pretende hacer olvidar, en sarcásticos pregoneros de bancarrotas fundamentales".
(Fernando Savater)


A.- A este vampiro lo cazo yo.

B.- Cioran es un resucitado que ya no puede vivir porque le falta la fe.

C.- Yo soy el ángel que remata su labor y la de los escritores rumanos.

D.- Y le tiraré una piedra a su ojo.


ERRORES

1.- ¿cómo quieres anular la tristeza con tristeza, como quieres luchar contra ella con poesía...(dedícate) a las matemáticas, no a la poesía. Todo esto lo digo por experiencia propia.

2.- en todas partes es lo mismo, es decir cero

3.- El espíritu es un vampiro. ¿Que ataca a una civilización? La deja postrada, deshecha, sin aliento, sin el equivalente espiritual de la sangre; la despoja de su sustancia, así como de ese impulso que la arrastraba a actos y escándalos de envergadura. Comprometida en un proceso de deterioro del que nada la distrae, nos ofrece la imagen de nuestros peligros y la mueca de nuestro futuro: es nuestro vacío, es nosotros; y encontramos en ella nuestras insuficiencias y nuestros vicios, nuestra voluntad insegura y nuestros instintos pulverizados. ¡El miedo que nos inspira es miedo de nosotros mismos! Y si, al igual que ella, yacemos postrados, deshechos, sin aliento, es porque hemos conocido y sufrido, nosotros también, el vampirismo del espíritu.

4.- No todo está perdido: quedan los bárbaros. ¿De dónde surgirán? No importa. Por el momento, bástenos saber que su arrancada no se hará esperar, que mientras se preparan para festejar nuestra ruina meditan sobre los medios para volver a erguirnos, para poner punto final a nuestros raciocinios y a nuestras frases. Al humillarnos, al pisotearnos, nos prestarán la suficiente energía para ayudarnos a morir o a renacer. Que vengan a azotar nuestra palidez, a revigorizar nuestras sombras, que nos traigan de nuevo la savia que nos ha abandonado. Marchitos, exangües, no podemos reaccionar contra la fatalidad: los agonizantes no se agremian ni se amotinan. ¿Cómo contar, pues, con el despertar, con las cóleras de Europa? Su suerte, y hasta sus rebeliones, se decretan en otra parte. Cansada de durar, de dialogar consigo misma, es un vacío hacia el que se movilizarán pronto las estepas... Otro vacío, un vacío nuevo.

5.- Incluso cuando se dirige a Dios, la confesión es un atentado contra nosotros mismos, contra los resortes de nuestro ser. Los disturbios, las vergüenzas, los espantos, de los que las terapéuticas religiosas o profanas quieren liberarnos, constituyen un patrimonio del que a ningún precio deberíamos dejarnos despojar. Debemos defendernos contra quienes nos curan, y, aunque pereciésemos por ellos, deberíamos preservar nuestros males y nuestros pecados. La confesión: violación de las conciencias perpetradas en nombre del cielo. ¡Y esa otra violación que es el análisis psicológico! Laicificada, prostituida, la confesión se instalará pronto en todas las esquinas, exceptuando unos pocos criminales, todo el mundo aspira a tener un alma pública, un alma-anuncio.

6.- Desdichadamente, la palabra resbala hacia la palabrería, hacia la literatura. Incluso el pensamiento tiende a ello, siempre listo a expandirse, a inflarse; detenerle por medio de la agudeza, reducirlo a aforismo o a donaire, es oponerse a su expansión, a su movimiento natural, a si ímpetu hacia la disolución... De aquí los sistemas, de aquí la filosofía.

7.- Si la economía verbal os obsesiona, no podréis leer ni releer ningún libro sin descubrir en él los artificios y las redundancias. Tal autor que no cesáis de frecuentar acabáis por verle hinchar sus frases, acumular páginas y algo así como desplomarse sobre una idea para aplanarla, para estirarla. Poesía, novela, ensayo, drama, todo os parecerá demasiado largo. El escritor, tal es su función, dice siempre más de lo que tiene que decir: dilata su pensamiento y lo recubre de palabras. De una obra sólo subsisten dos o tres momentos: relámpagos en un fárrago. ¿Le diré el fondo de mi pensamiento? Toda palabra es una palabra de más. Se trata, sin embargo, de escribir: pues escribamos..., engañémosnos los unos a los otros.

8.- Esto apunta incluso a los mismos héroes dostoyevskianos: ineptos para salvarse, impacientes por decaer, nos intrigan en la medida en que guardan una falsa relación con Dios... Es por su condición de santo fallido por lo que el príncipe epiléptico se sitúa en el centro de una intriga, pues la santidad realizada es contradictoria con el arte de la novela... Proyección de nuestro horror por la historia, el ángel es el arrecife, es decir, la muerte de la narración.

9.- En los tiempos de su triunfo derribó los templos y violó las conciencias por doquiera que le plugo aparecer. Un dios nuevo, aunque se le hubiese crucificado mil veces, ignora la piedad, lo tritura todo en su camino, se encarniza en ocupar el máximo espacio: De este modo nos hace pagar caro el no haberlo reconocido antes. Mientras era oscuro, podía poseer aún un cierto atractivo: no percibíamos todavía en él los estigmas de la victoria.

10.- En esa fatalidad a la que quiso escapar se cae de nuevo en el instante en que se mata uno, pues el suicidio no es más que el triunfo, más que la fiesta de esa fatalidad.

11.- Los horrores de que el universo rebosa forman parte integrante de su sustancia; sin ellos, cesaría físicamente de existir. Sacar las últimas consecuencias de esto no es cometer un "hermoso" suicidio. Solo merece el epíteto el que surge de nada, sin motivo aparente, "sin razón": el suicidio puro. Es él -desafío a todas las mayúsculas- el que humilla, el que aplasta a Dios, a la Providencia y hasta al Destino.

12.- Concebir un pensamiento, un solo y único pensamiento, pero que hiciese pedazos el universo.

13.- Estás obsesionado por el desapego, la pureza, el nirvana, y empero alguien susurra en ti: "Si tuvieras el valor de formular tu deseo más secreto, dirías: Quisiera haber inventado todos los vicios".

14.- Cada ser es un himno destruido.

15.- Quien no ha muerto joven merece morir.

16.- Solo es subversivo el espíritu que pone en tela de juicio la obligación de existir; todos los otros, empezando por el anarquista, pactan con el orden establecido.

17.- Frívolo y disperso, aficionado en todos los campos, no habré conocido a fondo más que el inconveniente de haber nacido.

18.- Tampoco brotan flores en el cielo ni las vides dan fruto. Dios, como no tiene nada que guardar en su casa, de aburrimiento y enojo, deja yermos los jardines del hombre.

19.- ¡Bastante han sufrido mis ojos con vosotros, ángeles, santos y bóvedas!

20.- ¿Qué alas le han salido secretamente al alma para que, de pronto, la lleven exultante allende el sol y, embargada de una vida sin sentido, en su vuelo deje como rastro las fuentes de la luz más allá de la vida?
Quisiera morir miles de veces y que ella se desgarre en la inmensidad del ninguna-parte.
... He buscado las quietudes del alma en los paisajes, en las sonrisas, en las ideas. Pero ella, errabunda, no les servía de compañía, sino que revoloteaba su efervescencia hasta los aledaños de los no-seres cotidianos? Ojalá tuviera otra alma. ¡Un alma más terrenal!

21.- La religión trata de curarnos de los males que ponen precio a la vida. La soledad y el orgullo son males positivos. La ausencia mediante la cual uno se vuelve algo más.

22.- Dejad dormir al hombre. Como sólo existe el sueño en el paraíso, huir de sí mismo implica dulcificar el destino. El individuo transparente a sí mismo tiene derecho a todo. Puede cortar el hilo cuando quiera. El destino es un aplazamiento continuo del suicidio.
Velando tu vida, revelas a tu soberbia el destino que devora las provisiones del yo, el destino del que tú eres su derrotado amo.

23.- ¿Acaso no maldecirá la conciencia al Yo?¿No estrangulará el espíritu a la razón?¿No castrará la vigilia a la esperanza?
El espíritu vierte odio contra su portador, emponzoña al sujeto que ha querido ser más que individuo, reduce a polvo la materia que lo sostiene. El yo es la gran víctima, el yo está maldito.

24.- A fuerza de acumular misterios nulos y de monopolizar el sinsentido, la vida inspira más espanto que la muerte: es ella la gran Desconocida.

25,. Pero hay algo que viene de nosotros mismos, que es nosotros mismos, una realidad invisible, pero interiormente verificable, una presencia insólita y de siempre, que puede concebirse en todo instante y que no nos atrevemos jamás a admitir, y que no tiene actualidad más que antes de su consumación: es la muerte, el verdadero criterio... Y es ella, la más íntima dimensión de todos los vivientes.

26.- Una vez apartados los velos, ¿qué podían descubrir sino abismos sin importancia? No hay iniciación más que a la nada y al ridículo de estar vivo.

27.- Imposible compadecer a los difuntos; inversamente, todo nacimiento me precipita en la consternación. Es incomprensible, es insensato que se pueda enseñar a un bebé, que se exhiba ese desastre virtual y que se alegre uno de él. Consentir en procrear es un verdadero atentado contra el saber, contra el conocimiento, una empresa que parece inconcebible cuando se piensa en las ventajas de la inexistencia, en el milagro de una virtualidad no degradada en acto. El nacimiento no es el signo de la decadencia sino la decadencia misma.

28.- Para Cioran, somos libres solo en la superficie; en lo más profundo, la palabra voluntad no tiene ningún sentido. ¿Cómo puede ser libre un ser que no puede evitar ni su nacimiento ni su muerte?

29.- NO NOS PARECE BIEN TENER QUE MORIR. Nunca entenderé cómo se puede vivir sabiendo que no se es, por lo menos, eterno.

30.- ¿Por qué no has hecho de mí un tonto eterno bajo tus imbéciles bóvedas, Dios mío?

31.- Para entender a Cioran es preciso conocer su problema. Sería exagerado afirmar que toda su lucidez provenía de la falta de sueño. El estúpido que, además, es insomne, no se vuelve más inteligente durante la noche: pone la radio, ve la televisión, se lamenta o fuma, pero no ve más. Se podría decir que Cioran tenía algunas intuiciones, ciertos presentimientos diurnos, y que, gracias al insomnio, en lugar de lanzarlos al vertedero del sueño, reflexionó y meditó sobre ellos noche tras noche, un poco como el que cuenta ovejas para quedarse dormido (cada noche era igual a las otras, era eterna) y durante esas noches interminables comienza a elaborar su rumia negativa (el pesimismo es la principal consecuencia del insomnio). Y la vida solo es posible mediante la discontinuidad. Por eso soporta la gente la vida, gracias a la discontinuidad que da el sueño. La desaparición del sueño crea como una continuidad funesta.




(continuará 12/9/16)


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