September 02, 2012

EL AMOR HUMANO QUE CLAMA AL AMOR DIVINO II

El amor no se puede hacer con violencia/ ni en la isla de Cuba ni en la Tortuga,/ la gente se pegaba/ hartos de preocupación/ entraron en la iglesia/ y escucharon misa/ tras mucho tiempo/ salieron amando.

No habré hecho el amor, no habré tenido
la gloria humana de engendrar, mi nombre
no dará nombre a nadie, no habré sido,
en la acepción cabal del mundo, un hombre.
De soledad en soledad migrando,
sin más hogar que el Viento y el Servicio,
Tu hoy voraz habrá sido mi cuándo,
mi navegante paz, Tu precipicio.
¿Te habré amado a Ti, Amor, amado
haciendo el buen amor de otros mil modos,
buscándote en la noche y el pecado,
sintiéndote en el grito y en la herida,
reconociéndote amable en todos,
dándote nombre en mi pequeña vida?
(Pedro Casaldáliga
Obispo emérito de Sâo Félix do Araguaia)

La sexualidad no es más que un medio de decir que dos mejor que uno, pero si tú de joven como mujer sobreviviste en tu ambiente, y yo como hombre en el mío, imagínate las sumas de las dos conservaciones para nuestros hijos, y por qué ahora al encontrarnos divididos porque nuestros sexos están separados y no nos reconocemos en nuestros engendros, sino fuera porque la mente de uno de los dos desarrolló una psicología de sextante adversa y no de las dos estrellas superpuestas, y quién dio cuerda para que este movimiento se produjera ante la ajena en vez de abstenerse como un Sextio.

Me decidí a pasar de la mitad de la humanidad, a no caer en la tentación de las mujeres de tener que mirarlas por no sé qué motivo que mal me habían enseñado, y luego me decidí a pasar de las vecinas conciencias que se insinuaban por encima mío, y entonces me dediqué a los niños buenos y a los jóvenes legales, y a aquellos que antes que yo también tomaron esta decisión frente a la astucia de las serpientes.

Ellos se lubrificaban en la parada/ y ellas se estiraban en los asientos del autobús/ las caricias y los besos de placer eran para las pasarelas/ y el afecto para las bolsas/ los testículos rebotaban en los asientos/ y los pechos de ellas contra las ventanas/ y en la puerta esperaban los niños y los abuelos/ y la tasa cardíaca sacaba los corazones de las órbitas/ y se eyaculaba por el tubo de escape/ y el esfínter dejaba muy mal olor/ y así todos en domingo iban a las lagunas nudistas de Leipzig.

Son tus piernas castellanas alargadas y la rodilla redonda como las torrecillas de la muralla de Molina de Aragón sin que me enseñes sin una buena manta merina la Torre del Homenaje y la Torre del Reloj, y me lances una flecha por la espalda cuando trataba de huir del cerco.

Si no se hace por amor no se hace nada pero con la naturaleza y con la proximidad de las mujeres y la consumación de las necesidades y enfermedades los curas nada pueden salvo llenarse de Espíritu y contrarrestar la fuga acaparadora de aquéllas.

Ves esas viejas fumadoras en el club que juegan a las cartas, pues si tú no trabajas y no la das de comer a ella y ella no trabaja y no te ayuda con los gastos de la casa, de qué me hablas de fidelidad amorosa como el humo que se va por la ventana, porque trabajan los dos para tener más dinero y más cosas y secuestran el tiempo de su niño y no paran de trabajar más, porque se creen más listos que los demás y que han encontrado la llave de la fortuna, y porque algún día pasaron hambre y se juraron nunca más volverlo a pasar.

El no transigir con la mujer poco inteligente y de malas agallas me llevó a seleccionar una que primero estaba libre y desvalorizada, dos que era un tesoro de recursos y tercero una guía dulce para la felicidad y no te cuento más pero que escogí bien a la moza de entre todas las que me enviaron los dioses.

En la decadencia de tu madre rubia de bote de los nuevos barrios, se parecía a Simone Signoret y ni era ya deseada, ni venía de los bajos fondos ni hizo nunca un trío de relaciones en el amor, ni era diabólica ni llegó a la cumbre, y entonces tuvo la nostalgia de lo que ya no es como era y que puede ocurrirle a toda mujer que fue bella y dejó de ser rica, y encima dejó de ir a misa y se recluyó en las apariencias, y que no tuvo vergüenza en poner una vela a Nuestra Señora de los Huertos si conseguía una boda flamante con zapatos de diamantes.

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