November 15, 2013

FRANCIA EN MADRID

Los franceses son tan humoristas y ciudadanos como los argentinos son alocados y fugitivos y los españoles exaltados y agresivos y los eslavos nómadas y desarraigados y los portugueses surreales y sociales.


AMOR DE DIOS
La vida está llena de curiosidades y casualidades. Habiendo conocido a una chica francesa que trabajaba en un topless un día quedé con ella y resulta que vivía en la calle Amor de Dios. No acudió a la cita y con todo yo me quedé perplejo con el nombre de la calle. Luego nos volvimos a ver en la discoteca Capital y la manera de romper con ella y no llegar a nada fue decirla que yo no tenía dinero. La metí en un taxi y así me despedí de ella. Por mucho que lo lamentase. La gente sigue las calles de su vida.

Es tal el vacío que si me gustan las flores cómo no me va a gustar Dios y estar en sintonía con Él.

Que la Revolución acabara en el Terror y en guillotinar a sus causantes y en la Guerra francesa de Napoleón contra el clero y el espíritu de la religión cristiana no es más que un antecedente de los afrancesados y la República Española y el Poder del Soviet.

No quiero meterme dentro del casino de Montecarlo sino antes interno con los agustinos del Escorial porque tantas luces apagan mi velamen interior y quede Niza para los ingleses y norteamericanos que quieran morir atropellados y yo me quedo con la condensación de las gotas en las hojas del garoé de la isla de El Hierro y todas esas botellas de marca de agua queden para los del Alto Garona que viajaron en Concorde.

Cuando reservamos un día para ver Le Mont-Saint-Michel y allí dos monjes benedictinos nos dijeron que los jóvenes están hormonales y furibundos y que la gente mayor se hace suspicaz y desconfiada, y que no hay nada que hacer en cuanto a la conversión más que poner una buena mesa al otro lado de la orilla donde no basta el pan y el agua para curar las penas, y que el rey francés también vino con lo de sota-caballo-y rey y que ellos le tuvieron que mostrar los jirones de sus trapos, y que en la banalidad de la cortesana epicúrea Ninon de Lenclos bien pudo haber algún que otro susto de muerte en el pasado y que por muchos jardines de Versailles que hizo André Le Nôtre no pudo ocultar el vicio de las clases superiores y que a todo tuvo que llegar tirado el templo la guillotina del Señor.

Vamos sembrando nuestra esencia por la Puerta de Alcalá esa que los franceses convirtieron en muerte con esa cara de invierno de la extranjera que sale del Retiro y según se desarrolle la naturaleza a la larga se pondrán las cosas en su sitio como las domingas saltando en Capital y esa dama solitaria de las leyendas de Bécquer sentada en un banco del Botánico y la que espera en la estación de Atocha la llegada de su amor de Igualada.

Nos van a cobrar hasta por echar sal en las patatas y tumba es palabra polisémica de cajetín de masas por la Gran Vía y comer como una fiera será para los que se exhiben en la Casa de Campo y poner los cubiertos en orden será para las buenas mesas del Intercontinental con esos policías modelos en la puerta para las fiestas de los políticos del famoseo y el próximo presidente que tenga flequillo del angry bird lavado con moussel de legrain París y no sé qué es peor las corrientes o comer en el Café de los Espejos junto a unos franceses y mientras tanto los neozelandeses haciendo la danza guerrera en el paseo de Recoletos.




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