November 26, 2013

EL MÉTODO DE LA GREGUERÍA EN MADRIZELEÑO

He aquí una yuxtaposición incongruente cuya justificación se encuentra en la asociación de movimientos afines. Pero es válido preguntarse, ¿es esta asociación intelectual, conceptual -como sucede en el conceptismo del siglo XVII en lo que suele llamarse "ingenio"- o es, por el contrario, una asociación que surge del subconsciente? A veces esta distinción es difícil de determinar en algunas greguerías del genial escritor español don Ramón Gómez de la Serna; de ahí que nos sea difícil clasificarle como heredero directo de Quevedo o Gracián o, por el contrario, como iniciador en España del Surrealismo -y posiblemente en Europa, ya que sus primeras greguerías datan del año 1910-. Pero es posible ya haya estados dos tendencias doblemente unidas.

Ramón, al tratar de definir el proceso de la greguería, tiende a hacer hincapié en el aspecto subconsciente -es decir, accidental o fortuito, por asociación- y no en el conceptual que es buscado. Así él dice que las greguerías "son sólo fatales exclamaciones de las cosas y del alma al tropezar entre sí por pura casualidad". Es decir, que la greguería no se busca, no se fabrica, sino que tiende a surgir espontáneamente de la impresión momentánea que una cosa, un objeto, o lo que sea, produzca en nuestra imaginación. La impresión puede causar en nosotros una asociación puramente visual.

Como ocurre con los chistes o con la poesía, si la greguería se explica pierde su arte.

Otras veces es el sonido de una palabra el que nos sugiere una asociación que se aplica, con cierta lógica interna, al objeto, produciendo un efecto verdaderamente poético como en LA LIEBRE ES LIBRE, con su hermosa aliteración.

La greguería sin embargo puede surgir de la observación corriente de un detalle universal -es decir, algo que todos hemos notado en algún momento de nuestras vidas o, incluso, hemos experimentado en nosotros mismos.

En el último análisis es su forma lo que determina la esencia de la greguería. Por eso pertenece a un género reconocido en la literatura europea que es el poema en prosa. Es curioso notar en la evolución cronológica de la greguería que se van acortando; las más modernas resultan casi siempre de un renglón, mientras que alguna de las más antiguas -que quedaron eliminadas de su Total de greguerías por don Ramón Gómez de la Serna- son de hasta una página y más:

"Por gustar una dulce pesadumbre se faltaría a la cita...
- No, no... -dice nuestro respeto.
Pero marrulleramente, ladinamente, zumbonamente, no miramos el reloj, esperamos leer una página más, escribir una última idea... Nos apresuramos para acabar, nos sofocamos en una carrera en la que nos ensordecemos, y cuando al final volvemos a mirar el reloj, vemos que ya es definitivamente tarde... Entonces, llenos de contrariedad y de gusto, nos sentimos libres... Sólo cuando se trata de un entierro estas contradicciones son muy penosas. ¿Vamos?¿No vamos?, ¿se enterará el muerto? Le vemos esperarnos hasta no dejar que cierren su caja aún, porque espera que le miremos por última vez... Le vemos impacientarse en su gran inmovilidad, esperar otro momento más, y por fin dejar que cierren la caja... "Quizás le vea en el cementerio -piensa el muerto entonces-, cuando abran la ventana en que, como la esfera del reloj en los relojes de larga caja, se verá mi rostro..." Pero no nos hemos decidido aún, cuando ya le vemos bajar por la escalera, pesando como un baúl de esos en que van libros y que abruman al mozo y le hacen tan difícil bajar la escalera... Vemos la comitiva ponerse en marcha... Aún podríamos alcanzarle, tenemos deseos de salir gritando: "¡Cochero, cochero, pronto, al cementerio", como cuanto tememos llegar tarde al tren... Pero aún nos quedamos, porque pensamos en que nos tenemos que vestir y en que hemos de ponernos una corbata negra... Por fin vemos abrirse la ventana final, la vemos cerrarse, y así resulta que hemos perdido el tiempo, un tiempo más largo que el que hubiéramos invertido yendo y viniendo".

El efecto cómico surge también de la trasposición de expresiones u observaciones de la vida ordinaria a otra clave. Un incidente de nuestra vida cotidiana puede llevarle al escritor a una observación filosófica, incluso cuando no es más que un juego infantil.

Ramón mismo ha definido la greguería por medio de la siguiente ecuación:
Metáfora + Humor = Greguería
Pero no puede aplicarse estrictamente a todas las greguerías.

Entre los años 1908-1910 empieza en Inglaterra un interés por la filosofía de Bergson, cuyas ideas ya habían captado también la imaginación de escritores franceses y españoles (recordemos que Antonio Machado fue a París a escuchar las conferencias del filósofo de la intuición (Nota de Jorge: INTUICIÓN = INSTINTO + INTELIGENCIA). Casi simultáneamente en Inglaterra y en España se crearon las bases para el movimiento Imaginista y para la creación de la greguería: la idea de que la realidad es inaprensible para el intelecto por estar en constante estado de fluidez. La idea que surge en esta época es que el poeta, a causa de sus facultades intuitivas, puede aprehender lo instantáneo y expresarlo como poesía. La ley de las similitudes y de las correspondencias -herencia del simbolismo- dan al poeta la libertad necesaria para alcanzar esas imágenes momentáneas.

Pound en su ABC of Reading declara el siguiente análisis técnico:

I La proyección del objeto (fijo o en movimiento) en la imaginación visual.
II La inducción de relaciones emocionales a través del sonido y del ritmo del lenguaje.
III La inducción de ambos efectos por medio del estímulo de asociaciones (intelectuales o emocionales) que han quedado en la conciencia del que las recibe, en relación con esas palabras o grupos de palabras empleadas.


A estas tres posibilidades asigna Pound los siguientes términos griegos:

Phanopoeia (imagen visual proyectada en la pantalla de la mente)
melopoeia (el estímulo o imagen que surgen del sonido de las palabras)
y logopoeia (el baile del intelecto entre las palabras).


Don Ramón Gómez de la Serna pide que se dejen a un lado las reglas de la sintaxis habitual establecida por el uso. Protesta en contra del callejón sin salida al que EL LENGUAJE CONVENCIONAL HA EMPUJADO A LA LITERATURA y sostiene el derecho del escritor de crear su propio lenguaje.


Rodolfo Cardona

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