May 16, 2013

IMPRESIONES DEL MADRID LLUVIOSO

El suelo tan duro con agujeritos y pinchos de Madrid me recuerda que hay que ir menos al médico y más de vacaciones.

Por alguna razón especial los druidas no pagaban tributos pero los hombres sí al coyuntar con una mujer y eso que el hombre no casa en la dualidad de la mujer bombero y la mujer fresca y no hay otra cosa mejor de Dios con la que case bien.

Hay gente que le gusta caminar bajo la lluvia/ de hecho decide volver a casa caminando como Jean Kelly,/ viendo los autobuses de los niños correr bajo los rayos de La Menina/ y a las damas de pantalón blanco bajo la felicidad/ porque la lluvia hace que las flores salgan/ y los días que llevemos sean alegres.

No he ido a África ni a Asia ni a América y mi cultura europea no está realizada porque no he ido a ver las cúpulas bizantinas doradas y la torre del Reloj de Nóvgorod y tampoco conozco los poemas del checo Laco Novomesky, y mi fortaleza es una atalaya de alquiler en Arturo Soria de la que apenas salgo como un vampiro madrileño y un zombi de chamartín a ver la feria de turismo del Campo de las Naciones, y ya no leo la poesía social anterior para esta crisis sino a los novísimos intelectuales y abstractos que es lo que me inspira este barrio de individuales abetos pero voy al pozo y la fuente de San Isidro para no caer enfermo en todo el año.

La literatura nonsense pero con mucho sentido ha sido realizada por Lewis Carrol, James Joyce, Julio Cortázar y Gloria Fuertes como una especie de playa de piscina y noque de cangilones donde poner a remojo las pieles de la realidad contradictoria y murciana con el fin de curtirlas y en un sentido culto de los poetas antigarcilasistas no han de callar como espadañas su pasión de España se metan por donde se metan como Eugenio de Nora por los ángulos de solares.

Hay algo que he hecho mal/ que me tengo que morir y envejecer,/ de qué me sirve de consuelo haber leído/ lo Bello y lo Sublime de Kant/ si Noruega es un país con uno de los niveles de vida más altos/ y exponente del estado del bienestar,/ habrá que hacer que los fiordos gallegos se extiendan por Iberia/ que nos unamos con Suecia y Dinamarca para desarrollarnos y avanzar,/ y no siempre con Alemania y Rusia que nos ordenan imposibles,/ y como no podemos con Reino Unido y Estados Unidos/ rescatemos a nuestra princesita de Covarrubias/ y hagámonos con un ahorro en céntimos luteranos y escandinavos.

Dios decidió que no lloviera hasta que yo rezara, la poca consistencia que arrastraba dio conmigo en la iglesia cuando otros lo tenían más fácil a diario, y me alegré y me dio un subidón al recobrar mi amistad con Dios en aquella iglesia de la Plaza de España, donde otras veces decidí volver a desandar el camino dormido ahora que llegaba la luz de primavera, porque si muchos billetes de metro pasan por la canceladora bien le vale limpiarlos de vez en cuando, y si yo creyera en Dios todo lo demás serían evanescencias.

Mis nervios, mi presión sanguínea, mi ritmo cardíaco y mi azúcar en sangre dependen de una hormononeurotransmisor llamado norepinefrina y es como si mi vida la pronunciase en francés y la escribiese en castellano, que no sé como bascular y a qué atenerme todos los días y si lo estaré haciendo bien y si amanece bien o como si el clima fuese de nubarrones vascofranceses.

El periodista republicano madrileño Eugenio Noel que murió en tiempos de la Guerra Civil en Barcelona, quiso regenerar España con su cultura anticlerical, antitaurina, antiflamenco, antimonárquica y anticaciquismo castellano, y arremetió con Pan y Toros, Señoritos chulos, fenómenos, gitanos y flamencos, El rey de divierte y Las siete Cucas, en el sentido más literal hoy sería un progresista catalán y un analfabeto de la tradición interior, porque no conviene acelerar los tiempos bloqueando el reloj porque entonces resulta un tiempo negro, porque nuestra historia es como la anillada noetheriana y esto no es para los que anuncian un arca de la parusía después del diluvio.

Ahora nadie escucharía a Julio Iglesias ni a la publicidad porque no estamos relajados y felices sino enterados y al asalto dentro de nuestras casas, y tenemos dos Españas y tocará decidirse otra vez en las próximas elecciones, no será el talento ni el talante lo que valoraremos en los votos sino simplemente que no sea un desfasado o un antediluviano, y eso será según se nos presente la Europa de las instituciones fuertes o de los mercaderes desalmados así que toca amarrarse a lo europeo y que no salga rana.



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