September 26, 2011

LOS SÍNTOMAS DE DIOS II

El gaditano Pedro Muñoz Seca fue un autor teatral español creador del astracán o género teatral cómico y costumbrista derivado del sainete. Entre sus trescientas obras en colaboración destaca una parodia de los dramas románticos La venganza de don Mendo. Se declaró antirrepublicano por lo que fue asesinado en 1936.

El respetable noruego Henrik Ibsen atacó todo lo que se movía falsa e inmoralmente, el capitalismo burgués, la ignorancia política, la situación de la mujer y se valió de todas las tendencias literarias, religiosas, metafísicas y artísticas para mostrar sau teatro moderno. El pueblo hermosea la fachada de sus casas con flores, las casas se caen en Lorca y los esquinados socialistas vigilan para que no les quitemos su voto.

El pintor noruego visionario Edward Munch mostró el espíritu torturado de las gentes a través de colores y trazos violentos como El grito y Mujer tocándose el pelo. El pintor realista norteamericano Edward Hopper reflejó la luz junto con la soledad y la angustia en Habitación de hotel y Grupo de gente al sol. En la calle y en la casa por la noche y por el día la crisis nos paraliza. El Dios de la Cruz quiera estar a nuestro lado y hacer compañía.

El poeta latino Horacio tenía un tono urbano y un poco irónico con una capacidad de observación epicúrea en la moral con su carpe diem, carpe horam-aprovecha el día, aprovecha la hora y una búsqueda del término medio. Fray Luis de León se equivocó en años, en días o en unas cuantas horas cuando con un espíritu muy horaciano y literario dijo Decíamos ayer haciendo frente a sus caros curiacios.

El poeta inglés Gerard Manley Hopkins quemó sus escritos pero fueron recuperados por los envíos que hizo a sus amigos. Tenía un profundo sentido del arte por el arte y de la música verbal poniendo especial acento en la noción de individualidad de Duns Scoto. Tras varios años sin escribir volvió a hacerlo a partir de 1874. Se convirtió al catolicismo, se hizo jesuita y murió en Dublín.

Bernard Mandeville en la Fábula de las abejas de 1704 explica que la naturaleza humana desde que nació no para de pecar, el ser orgulloso y la malicia y el afán de la discordia, si la sociedad fuese completamente perfecta cesaría y vendría la disolución, los lujos y las pretensiones del amor propio y presumido son los vicios privados que mueve en comercio y sin este barullo que llega a la corte no se harían las virtudes públicas o impuestos.

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