March 15, 2016

EL SER DE CLIMATOLOGÍA EN JOSEPH JOUBERT

MADAME VICTORINE DE Chastenay decía de mí "que tenía el aire de un alma que ha encontrado por casualidad un cuerpo y que se las arregla con él como puede". La frase es preciosa y yo no puedo decir que no sea justa.

Tengo el espíritu y el carácter frioleros; necesito la temperatura de la indulgencia más dulce.

Yo voy allí donde se acepta mi presencia con tanto gusto al menos como donde a mí me gusta estar.

Cuando mis amigos son tuertos, los miro de perfil.

El esfuerzo de la disputa excede con mucho a su utilidad. Toda polémica vuelve sordo al espíritu, y cuando otros están sordos, yo estoy mudo.

He cruzado el río del olvido.

El camino de la verdad. He dado un largo rodeo; por eso el país por el que vosotros os extraviáis me es bien conocido.

Yo debo soñar con la belleza como otros dicen que sueñan con la felicidad.

Soy apto para sembrar, pero no para edificar ni para fundar.

Al igual que Dédalo, me fabrico unas alas; voy componiéndolas poco a poco, añadiendo una pluma cada día.

Mi espíritu gusta de viajar por espacios abiertos y de jugar en olas de luz, donde nada percibe, pero donde se siente penetrado de gozo y claridad.

Mis efluvios son los sueños de una sombra.

Me asemejo al álamo, ese árbol que tiene siempre aspecto joven, incluso cuando es viejo.

Doy gracias al cielo por haber hecho de mi espíritu algo ligero apto para elevarse a las alturas.

Gusto, como la alondra, de pasearme lejos y por encima de mi nido.



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De estos Pensamientos de Joseph Joubert se me ocurre que de puertas para dentro en nuestra mente tenemos nuestro paraíso con su climatología.

Que a veces somos como tiempo cálido y otras viento impetuoso. Que a veces somos seres de luna oscura y otras recolectamos ramas bellas y hechos generosos y gratuitos. Que en nuestro país imaginario interior no tenemos policía pero sí estrategos de los deberes y hábitos diarios.

Que en nuestro paraíso estamos volando siempre como ángeles, con mucho más cielo que tierra, y solo si llega un Príncipe de Mundo nos convertimos en demonios. Que según lo que vemos nuestros rayos de luz y arco iris caen de tal o cual lado.

Que cuando hay trabas sacamos los pies y andamos por la tierra. Que cuando alumbramos nos consumimos. Que tenemos voluntad verdadera, pero solo con lentitud y con suma fatiga hacemos el bien.

Que en nuestro paraíso no tenemos casas para alojar las ideas y que tanto nos cuestan construir. Pero que hemos llegado a conseguir que una mitad de nosotros no se burle de la otra.

Solo tenemos fuerza para elevarnos y por virtud cierta incorruptibilidad. Que tendemos a conseguir la abundancia en nuestro paraíso que llevamos con nosotros que ésta es nuestra felicidad. Que en él estamos con el alma en paz porque es bella, dulce y buena creada por un BuenseñorSupremo que no nos pide la propiedad. Tantos paraísos alojados en los cuerpos.

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