August 07, 2013

MANIFIESTO DE LA MORALEJA DE ALCOBENDAS

Los que recorren Alcobendas todos los viernes repartiendo octavillas del Siete Días acaban cansados y deseando una bendición para todos los del pueblo que les dure todo el fin de semana y se les dé un cambio progresivo para la semana siguiente.

Gaia no es consciente de la inteligencia de la biosfera ni siente ni padece las ondas electromagnéticas ni el recurso de la bomba nuclear porque los seres humanos se están apretando el cinturón y ninguno de ellos es importante y acabarán por darnos el rancho y el nicho sin llegar a apreciar qué es el ocio y qué es la libertad y se establecerá un tiempo de obsolescencia.

El Manifiesto del futurismo preconizaba la agilidad, el movimiento, la rapidez y la velocidad y los avances tecnológicos así nuestros parques se hicieron para el cubismo en vez de para el reposo metafísico y aún no acierto a considerar que queden más gentes y cosas conservadoras sobre la faz de la tierra y todos estos temas recurrentes sin resolver y atrapados en una red de la inoperancia y el adolecer necesitan de procesos como una peste, una guerra, una crisis y un hambre, una vejez y una muerte para que desaparezcan pero en qué lado iniciarlos y llamarán católicos y reaccionarios a los que no quieran este efecto devastador.

Antes cuando iba a la cafetería de El Corte Inglés de Sanchinarro tenía que ir bien vestido pero ahora la gente tiene malas pintas y ha perdido los modales y como bailan las baldosas desde que presenciaron la quema de La Vela y empezó a oler mal ya no tiran de la cadena en los servicios en eso el Carrefour de Alcobendas lo entendió muy bien desde el principio y les hizo recorrer el camino inverso y así se estableció la clase ruda e intermedia porque ya no se comprará mucho con poco dinero sino al revés.

Y pensar que el epígrafe de actividades económicas que me pone la funcionaria de mi Ayuntamiento de Alcobendas es de un trámite de novela negra de Dashiell Hammett y que en el corporativismo nadie me quiere poner bien el 9 de mi código postal de la calle Caléndula por más que se lo digo y yo pienso qué sé qué maridos tendrán ellas y esto no es la marca es la materia con que están hechos los españoles.

Con este multiculturalismo dónde meto la religión si todos los libros buenos del Ayuntamiento de Alcobendas se los llevan a los ricos pejilgueros de la Biblioteca de La Moraleja, y si por darnos la razón nos la dan al pueblo del casco antiguo con cualquier teoría marxista y de la teología de la liberación y del Papa Francisco, dennos también para evolucionar los buenos libros, los buenos profesores, los buenos médicos, las buenas casas y la buena alimentación, y no tenderemos al malestar social que es más fácil darnos por imposibles y sin evolución.


En bolsas grandes llevaban los libros a las casas de La Moraleja y allí hacían lectura en voz alta como ocasión de vida social mientras en el pueblo la lectura se hace silenciosa porque caen chuzos y el frío intenso en los soportales acalla la voz y lleva a prescindir de las palabras y a hacer lumbre, el libro que te presté ha estado en la playa y en la piscina y casi hacen leña con él, y la vista con tanto calor está como perdida, y las chicas valen mucho más para las parrafadas porque una rapsoda es más rara en Alcobendas que el deambular de las merinas de la Cañada Real, y el libellus amatorio de Ovidio creó la figura de la lectora y algunas señoras que no leen son tan cuadriculadas que parecen de otro planeta y sabes por qué amiga sé que eres del Opus Dei porque te huelen los pies y nadie ha elegido morir por ti, aquí una mujer en el pueblo lo que quiere es que la diviertan, que la hagan reír, que la escuchen y que la comprendan y un buen polvo con generosidad en el regalo no está de más, y queremos que sus hijos crezcan fuertes y la tierra aquí ya dará conversaciones interesantes.


 A mí me la suda la castración psíquica de Abelardo y Eloísa como que le pongan algún día velo a las mujeres pero me molestaría que con el billete del metro el torniquete no me dejara acceder al Infierno y mi desprecio a toda la maroma loca que se mueve por Mad-madrid que ya estoy harto de tanto aguantar pero basta ya de decir tonterías, he de decir que ahora cruzo por los pasos de cebra y que sufro y me compadezco como en un Purgatorio de la meseta central de mis semejantes y que como un basilisco y dybuk pongo planas las puntas de mis enemigas pero ahora he de decir que el cielo de Madrid es de 1966 y está frente a la Moraleja.

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