November 16, 2012

LA GENTE DE MADRID

Los policías fueron unos 300 de la Anábasis, blancos y oscuros pero redondos para esa chusma que se quiso hacer con el Aerópago y con la Acrópolis y llevar a Roma a los diputados atados a sus carros y crucificados en la Castellana.

Van al colegio para aprender a enriquecerse intelectualmente, no para que los padres y los profesores estén contentos, pero cuando crezcan verán que en esta ciudad te pueden molestar y matar con una silla y con un coche, pero que si quieren ver a Dios por Madrid no deben tener miedo a que la gente les crucifique aunque vayan por Vinateros.

Los sindicatos que no están impregnados del socialismo cristiano tienen mal sus miras, la medida de alcance, y hasta la palanca del movimiento, por lo que debían mirárselo la revisión de los frenos y de la caja de cambios no sea que se vayan a dar el tortazo en Diego de León.

En este código esclavista del cocido madrileño parece que los inmigrantes tienen el baile del Ma-ka-tai-me-she-kiak en que ponen el acento en no rendirse nunca y la cara de calabaza con una sonrisa antes los trabajos bastos e insoportables.

Desde el punto de vista de que todos estamos comunicados por los móviles también podrían utilizarlos para llevar a la boca los alimentos por el ahorro energético de la crisis mundial.

Además del tiempo que llevamos encima no sé por qué aquí en el metro todo el mundo se cree que puede chingar y que eso es lo que más pueden dar de sí y va para largo.

Para eso hemos comunicado a todos con el metro y el autobús, para que crezca la democracia pasota, para que crezca la estupidez, en la nación donde la calle puede con la internet, la moda puede con el sofá de la tele, donde las tertulias son razonadas para la siguiente votación, si somos gigantes de la vida, si tenemos imagen de leales y fieles como árboles buenos, cómo podemos perder tanto tiempo en intenciones mundanas, y cómo hay cosas que hacer y nadie puede retroceder en la fila, porque los auténticos cristianos tenemos en nuestra forma de ser la victoria, desde tiempos de la decadencia de Roma que te digo que no tenía nada de esplendorosa y estaba muy corrompida en la virtud como ahora.

Yo tenía un profesor de alemán que se quitaba y se ponía el jersey según por qué calle de Madrid por donde paseara ya que de esta ciudad no te puedes fiar porque la temperatura es según la rinconilla y lo que esté sucediendo y sucedió.

Los inmigrantes que vienen de vecinos a mi comunidad ya han vivido con los Escuadrones de la Muerte y con los Frentes Guerrilleros de Liberación Nacional y vienen con una fuerza magnemotona de la esencia americana y solo cuando lleven un tiempo acá y se relajen comprobarán que ya no hacen falta las palabras, que el mismo castellanear es silencioso y en oración, y que no tienen que volver a agitar más el barrio como si fueran de la comparsa de Dario Fo, y que tal vez mi fobia se atenúe ante la contemplación de una hermosa venezolana y su amiga colombiana.

No hay gente en Madrid, no hay gente en la carretera, dónde está la gente, la gente está con la derecha, la gente se ha ido, quién se va a manifestar con la fuga de la gente, la gente dejó de manifestar su desencanto, la gente se fue de las manos de los agentes de la izquierda, la gente dejó esas políticas de ese lado, la gente por fin tuvo que hacer caso de su afinado criterio propio.

Los cementerios de coches están llenos de bólidos rojos que quisieron hacer en media hora el trayecto a Aranjuez, y así los coches oficiales negros y privados por muy rico surtido hacen las carambolas de lo que se estila cuando se está en el pedestal a tren lento en los trasuntos económicos a la hora del almuerzo.

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