EL DIORAMA ESTOICO DE LA TESITURA
- "¿DUDAS?, pues te pondremos correas".
Le decían otra vez a Don Luckoide de Theotocópuli, "¿dudas?", los enfermeros balumba del Hospital Psiquiátrico, danzando en rededor de aquel ser sin rumbo que gustando de atiplar música pétrea, "pues te pondremos correas", había caído en la trampa.
- "¿Sonrosados?", ¿qué culpa tenía él, si en el último minuto jaral prendieran sus pensamientos de madera en el paberinto (Pabellón-Paraíso-Laberinto) sin que pudiera Ariadna rescatarle con su musgo de entrepierna?
- "No pienses más/ déjate llevar (por los pensamientos)/ ellos te dirán/ lo que tienes que hacer/ en cada momento". Tal era la almorta, el trébol de cuatro hojas, el recurso de última hora para no caer cuando los atisbos de logogríficos libelos le hacían fracasar a los ojos de los demás, porque quemaba sus naves antes de partir sin temer a las pórfidas batas blancas de las que podría depender, psiquiatras de la última vez.
Al ponerle en pijama le desposeían de su aventura, los guardianes de K., le empezaban a costrar, alentándole tristeza adrede.
Era la noche triste en que a Hernán Cortés le desposeían de su montura sesgándole con la melodía del piano/ bar (los medicamentos), le obligaban a danzar EN CÍRCULO, las alas recortadas, las agujas del reloj enralecidas.
Por eso, Malinche, vente conmigo, una flecha nos parta el trasero, un perro lebrel nos ladre (nos echan del tablero), venga un pato silvestre, piensen que es nube rosa, nos cubra elevémosnos mientras les arrancamos los ojos ¡y la partitura!, cosa que en ocasiones sucede.
Tal era el diorama de la tesitura.
(Hospital Alonso Vega, febrero 1984)
October 13, 2010
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