September 01, 2015

LOS CARACTERES DE LA BRUYÈRE

DEL CORAZÓN:

La amistad puede subsistir entre personas de distintos sexos, e incluso estar exenta de toda grosería. Sin embargo, una mujer siempre mira a un hombre como hombre y, recíprocamente, un hombre mira a una mujer como mujer. Este vínculo no es ni pasión ni amistad pura; constituye una clase aparte.

El amor nace bruscamente, sin más reflexión, por temperamento o por debilidad: un rasgo de belleza nos fija, no determina. Por el contrario, la amistad se forma poco a poco, con el tiempo, por la práctica, por un largo trato. Cuánto ingenio, bondad, afecto, servicios y complacencia se necesita en los amigos para llevar a cabo en muchos años lo que a veces realiza en un momento un bello rostro o una hermosa mano.

Es más habitual ver un amor extremo que una perfecta amistad.

El amor que nace súbitamente es el más difícil de extinguir.

El amor que crece poco a poco y gradualmente recuerda demasiado a la amistad como para convertirse en una pasión violenta.

Estar con personas a las que se quiere: eso nos basta. Meditar, hablarles, no hacerlo, pensar en ellos, pensar en otras cosas más indiferentes pero junto a ellos, todo eso es igual.

Las personas que no no evitan ningún sinsabor, ni nos ahorran ocasión de celos, no merecerían de nosotros ningún cuidado si nos guiásemos más por sus sentimientos y su conducta que por su corazón.

Los amores mueren por el tedio, y los entierra el olvido.

El comienzo y el declive del amor se dejan notar por la molestia que se siente al estar solos.

Dice un proverbio latino que cuesta menos odiar que amar, o si se quiere, que la amistad es una carga mas pesada que el odio. Es cierto que estamos exentos de dar a los enemigos. Pero, ¿no cuesta ningún esfuerzo vengarse de ellos? O si es dulce y natural causar un mal al que se odia, ¿lo es menos hacer el bien al que se ama?¿No sería más duro y penoso no hacerle nada?

Hay un gran placer en encontrarse con la mirada de aquel al que se acaba de dar.

Ignoro si un beneficio que se hace a alguien ingrato, así como a alguien indigno, no cambia de nombre, y si tal favor merecería mayor gratitud.

La liberalidad consiste menos en dar mucho que en hacerlo en la ocasión propicia.

Un suegro quiere a su yerno y a su nuera. Una suegra quiere a su yerno, pero no a su nuera. Todo es recíproco.


DE LOS ESPÍRITUS FUERTES:

No concibo que un alma a la que Dios ha querido colmar de la idea de su ser infinito y soberanamente perfecto pueda destruirse.

Poned a un lado los placeres y la ociosidad, y al otro la dependencia, los cuidados y la miseria. O la malicia de los hombres hace que todo esto cambie, o Dios no es Dios.
Cierta desigualdad en las condiciones, por las que se mantiene el orden y la subordinación, es obra de Dios, o supone una ley divina. La excesiva desproporción que se advierte entre los hombres es obra de ellos, o de la ley del más fuerte.


DE LAS MUJERES:

10. Un rostro bello es el más hermoso de todos los espectáculos; y la más dulce armonía el sonido de la voz de aquella a la que se ama.

11. El encanto es arbitrario: la belleza es algo más real, e independiente del gusto y de la opinión.

12. Cabe estar tan conmovido ante ciertas bellezas tan perfectas y de un mérito tan brillante, que uno solo puede limitarse a verlas y a hablar con ellas.

13. No hay relaciones más deliciosas en el mundo que las que se mantienen con una mujer hermosa que goza de las cualidades de un hombre cabal: en ella se da todo el mérito de los dos sexos.

14. Una joven no advierte ciertas cosas pequeñas que convencen mucho y que halagan sensiblemente a aquél por quien se hacen. A los hombres no se les escapa casi nada; sus caricias son voluntarias; hablan, obran, se apresuran y persuaden menos.

15. En las mujeres el capricho está muy próximo a la belleza; sirve de contraveneno para que no perjudique tanto a los hombres, que sucumbirían sin este remedio.

16. Una mujer olvida de un hombre al que ya no ama hasta los favores que le otorgó.

18 Una mujer que solo tiene un galán cree no ser coqueta. La que tiene muchos piensa no ser sino coqueta.
Una determinada mujer evita ser coqueta por su firme vinculación a un solo hombre, y pasa por loca a causa de su mala elección.

26. En el transcurso de su vida, algunas mujeres se ven obligadas a mantener un doble compromiso, igualmente difícil de romper y de disimular: a uno solo le falta el contrato; al otro el corazón.

27. Si se juzga a esa mujer por su belleza, su juventud, su altivez y sus desdenes, todos piensan que solo se rendirán ante un héroe. Ya ha elegido: pertenece a un ridículo monstruo que carece de talento.

28. Hay mujeres ya marchitas que, por su complexión o su mal carácter, son de forma natural el recurso de esos jóvenes que no tienen nada mejor. No sé quién es más digno de compasión, si una mujer madura necesitada de un galán, o un galán necesitado de una anciana.

30. Un hombre de la ciudad es para una mujer de provincia lo que un hombre de la corte para una mujer de la ciudad.

31. A un hombre vano, indiscreto, parlanchín y patoso, que habla de sí arrogantemente y de los demás con desprecio, impetuoso, altanero, osado, sin virtudes ni probidad, carente de juicio y con una imaginación desenfrenada, solo le falta, para ser adorado por muchas mujeres, hermosas facciones y buena figura.

32. ¿Es quizá por un secreto, o por un gusto hipocondríaco, por lo que esa mujer ama a un criado, esa otra a un monje, y Dorinne a su médico?

35. Algunas mujeres se entregan al convento y a sus amantes: galantes y bienhechoras, tienen hasta en el altar tribunas y oratorios donde leen tiernas misivas, y donde nadie ve que no rezan a Dios.

36. ¿Qué es una mujer con un director espiritual?¿Una mujer más complaciente con su marido, más afable con sus criados, más adicta a su familia y a sus asuntos, más cariñosa y sincera con sus amigos, menos esclava de su humor, menos apegada a sus intereses y a la que le gustan menos las comodidades de la vida; no digo que regale espléndidamente a sus hijos, que ya son ricos, sino que, siendo muy opulenta y abundando en lo superfluo, les facilita lo necesario, y al menos les trata como es su deber; que no es egoísta, ni altanera, y que hace caso omiso de todos los prejuicios humanos? "No, diréis; no es nada de todo eso". Insisto y os pregunto:"¿qué es entonces una mujer con un director espiritual?" Me respondéis:"una mujer que tiene un director".

37. Si el confesor y el director discrepan acerca de una norma de conducta, ¿quién será el tercero al que una mujer tome como árbitro?

41. Es demasiada desventura para un marido que su esposa sea coqueta y devota; ella debería elegir.

51. Algunas mujeres prefieren su dinero a sus amigos, y sus amantes a su dinero.

52. Asombra descubrir en el corazón de ciertas mujeres algo más fuerte e intenso que el amor a los hombres: la ambición y el juego. Tales mujeres hacen castos a los hombres; de su sexo solo tienen la ropa.

53. Las mujeres son extremas: mejores o peores que los hombres.

54. La mayoría de las mujeres apenas tienen principios: se guían por el corazón y, en lo que atañe a sus costumbres, dependen de aquellos a quienes aman.

55. En el amor, las mujeres van más allá que la mayoría de los hombres, pero éstos las aventajan en amistad.
Los hombres son la causa de que las mujeres se aborrezcan.

58. Un hombre guarda mejor el secreto de otro que el suyo propio; por el contrario, una mujer guarda mejor su secreto que el ajeno.

59 En el corazón de una joven no se alberga un amor tan impetuoso que no esté exento de intereses o de ambición.

61. ¿Cuántas jóvenes hay a las que una gran belleza nunca les ha servido para otra cosa que para hacerles esperar una gran fortuna?

62. Las jóvenes bellas deben purgar los desprecios que hicieron a sus pretendientes con maridos feos, viejos, o indignos.

63. La mayoría de las mujeres juzgan el mérito y la prestancia de un hombre por la impresión que les causa, y no conceden ni lo uno ni lo otro a aquél que no les inspira nada.

64. Un hombre que difícilmente sabría si cambia, si comienza a envejecer, puede consultar los ojos de una joven a la que aborda y el tono con el que le habla: conocerá lo que teme saber. Dura escuela.

65. Una mujer que solo pone los ojos en una misma persona, o que los desvía continuamente, hace que siempre se piense lo mismo de ella.

66. A las mujeres les cuesta poco decir que no sienten, pero a los hombres todavía les cuesta menos decir lo que sienten.

67. A veces sucede que una mujer oculta a un hombre toda la pasión que siente por él, mientras que, por su parte, éste finge toda la que no siente por ella.

68. Supongamos a un hombre indiferente, pero que quiere persuadir a una mujer de una pasión que no siente; uno se pregunta si no le será más fácil imponerla a aquella que le ama que a la que no lo hace.

69. Un hombre puede engañar a una mujer con un afecto fingido siempre que no tenga otro verdadero.

70. Un hombre manifiesta abiertamente su resentimiento contra una mujer que ya no le ama, y se consuela. Una mujer hace menos ruido al ser abandonada, y permanece mucho más tiempo inconsolable.

71. Las mujeres se curan de su pereza por vanidad o por amor.
Por el contrario, en las mujeres activas la pereza es el presagio del amor.

72 Resulta indiscutible que una mujer que escribe con pasión es apasionada; no lo es tanto que esté enamorada. Parece que una pasión intensa y delicada es triste y silenciosa, y que el interés más apremiante de una mujer que ya no es libre, el que la afecta más intensamente, consiste menos en convencer de que ama que en asegurarse de ser amada.

76. Sé de alguna mujer que anula u oculta a su marido hasta el extremo de que ni siquiera se le nombre. ¿Vive aún, o ya no vive? Se duda. En su familia no tiene otra utilidad que la de mostrar el ejemplo de un silencio tímido y un perfecta sumisión; él es la mujer y ella el marido. Pasan meses enteros e la misma casa sin que haya el menor peligro de que se encuentren tan solo es cierto que son vecinos. El señor paga al carnicero y al cocinero, pero siempre es en casa de la señora donde se come. Con frecuencia no tienen nada en común, ni el lecho, ni la mesa, ni siquiera el nombre; van a lo romano, o a lo griego; cada cual tiene lo suyo, y solo al cabo del tiempo y después que uno se ha iniciado en la chismografía de un ciudad, nos enteramos finalmente que el Señor B. es públicamente, desde hace veinte años, el señor de la Señora I..

78. Hay pocas mujeres tan perfectas que no obliguen a su marido a arrepentirse, al menos un vez al día, de tener una mujer, y envidiar al que no la tiene.

80 ¿No se podría descubrir el arte de hacerse amar por la propia mujer?

81. Insensible es aquella mujer que aún no ha visto al que debe amar.

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