March 27, 2012

CONVERSACIONES CON LINKEDIN LEARNING RRHH

Cómo te mantienes tantas horas en la empresa sin que te echen a patadas y sin recibir mordiscos de tus compañeros encerrados en esa jaula de bicoca sino es lamiéndole mucho el culo al jefe y haciendo un felpudo de tu dignidad que te deja un semblante que incluso agarrado a las correas del autobús de regreso a casa pareces una peligrosa berenjena en vinagre a quien la reforma laboral de Rossell le sigue resbalando por el tarro mental mientras no dejes de hacer la pelota a los de arriba y escupir a los de abajo como en aquel campo de concentración casero donde te parió tu madre.

Tampoco yo veo normal que los pelotas y los lameculos asciendan y se mantengan en el puesto mientras que las personas buenas y que tienen dignidad por su misma educación sufren acoso por no seguir el rollo de la cultura de masas del relativismo moral y así sucede que los buenos son despedidos y los malos y mediocres son los que se quedan en el barco después de haber envidiado mucho sin ser envidados porque el discurso ganador utiliza todos los medios y el discurso ético solo los nobles.

Esa persona es un capataz que utiliza el látigo, se monta a la chepa de los trabajadores y todo le parece raro y desconfía de ellos. Acudes a unos directivos por encima de ese jefe y te contestan que sin el látigo nadie trabaja. Tienes la sensación de que la empresa es la Casa de Gran Hermano donde el capataz te agobia con que todo es a vida y muerte y que fuera no hay nada, como si esa empresa fuera la única tabla de salvación a la redonda con la crisis. Como ese capataz no tiene vida privada destroza la tuya acaparando tu tiempo libre que quiere hacer el tiempo del capataz con lo que deja la marca de la esclavitud a todas horas incluso cuando paseas con tu novia. Y tú piensas que los malos directivos no terminan de cerrar el círculo de la circunferencia que han comenzado y por qué lo harán así, si es que no quieren estrellar el crucero contra la costa, y darse a la fuga en un juego tonto y amoral de sálvese quien pueda y a ver si corre la sangre.

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