June 04, 2013

LA FÁBULA DE LAS ABEJAS (1714): BERNARD MANDEVILLE

Bernard Mandeville (1670-1733)
The Fable of the Bees

En la elaboración de LA FABULA DE LAS ABEJAS tardó unos veinticuatro años. Se titulaba en el primitivo germen de un librillo en cuarto de veintiséis páginas, a seis peniques The Grumbling Hive or Knaves Turn´d Honest: EL PANAL RUMOROSO O LA REDENCIÓN DE LOS BRIBONES.

Ningún estilo de la época ha recogido mejor el aliento de la vida. El propio subtítulo de su libro: "Vicios privados, beneficios públicos".

Fue mostrar la vileza irreductible de la naturaleza humana y el mal en que se funda necesariamente la sociedad.

Pero Pierre Bayle (1647-1706) no queda satisfecho con plantear simplemente el conflicto entre razón y religión. Pasando del mundo de los conceptos al mundo de la conducta real, parangona la oposición entre razón y religión con la resistencia de la naturaleza humana en general a las exigencias de la religión. El Cristianismo, dice Bayle, es ascético, nos ordena que sometamos nuestros deseos naturales porque se originan en el "dominio del pecado original", y... en nuestra corrompida naturaleza.

Pero la humanidad nunca podrá sujetarse a semejante disciplina. Aun cuando el hombre pudiera lograr la sincera profesión del Cristianismo, su naturaleza le impediría seguir su fe, pues el hombre nunca obra de acuerdo con los principios que profesa, sino que "casi siempre sigue a la pasión que reina en su alma, las inclinaciones de su constitución, la fuerza de sus hábitos y su gusto y afición hacia algunas cosas más que hacia otras".

Así, pues, Bayle insiste en la incompatibilidad de la religión, no solo con la razón, sino también con la naturaleza humana en general. Reduce toda conducta, aun la más benéfica, a la prosecución de algún deseo dominante y, sin embargo, denuncia al deseo como perverso.

Ya mucho antes del Eclesiastés, los moralistas insistían en que las cosas buenas de este mundo son vanidad. En este último caso, la dualidad encubre una mundanidad fundamental que eventualmente podría romper los moldes ultraterrenos.

Mandeville describe la deshonestidad y el egoísmo que reina en esta colmena. Comerciantes, abogados, doctores, ministros del culto, jueces y estadistas: todos son viciosos. Y, sin embargo, su perversidad es la materia prima de la que se hace el complicado mecanismo social de un gran Estado, donde se los ve

... empeñados por millones en satisfacerse
mutuamente la lujuria y vanidad (FÁBULA p. 11)
Así, pues, cada parte estaba llena de vicios,
pero todo el conjunto era un Paraíso (p. 14)

Sin embargo, a las abejas no les place ver sus vicios mezclados con su prosperidad. Todos los tramposos e hipócritas peroran sobre el estado moral de su país y piden a los dioses honestidad. Esto promueve la indignación de Júpiter, quien inesperadamente otorga a la colmena su deseo.

Pero, ¡oh dioses, qué consternación!
¡Cuán grande y súbito ha sido el cambio! (p.17)
A medida que el orgullo y el lujo desmedraban
también iban abandonando los mares poco a poco...
Todo arte y oficio yacían olvidados;

De este modo, al perder sus vicios, pierde la colmena su grandeza. Y ahora viene LA MORALEJA:
(NOTA de Jorge: La Moraleja de Alcobendas-Madrid)

Dejad, pues de quejaros: solo los tontos se esfuerzan
por hacer de un gran panal un panal honrado
Querer gozar de los beneficios del mundo
y ser famosos en la guerra, y vivir con holgura,
sin grandes vicios, es vana
utopía en el cerebro asentada.
Fraude, lujo y orgullo deben vivir
mientras disfrutemos de sus beneficios:
el hambre es, sin duda, una plaga terrible,
pero, sin ella, ¿quién medra o se alimenta?
¿Acaso no debemos la abundancia del vino
a la mezquina vid, seca y retorcida?
La cual, mientras olvida sus sarmientos,
ahoga a otras plantas y se hace madera,
pero nos bendice con sus frutos
apenas es podada y atendida:
igualmente es benéfico el vicio
cuando la Justicia lo poda y limita;
y, más aún, cuando un pueblo aspira a la grandeza,
tan necesario es para el Estado
como es el hambre para comer;
la virtud sola no puede hacer que vivan las Naciones
esplendorosamente; las que revivir quisieran
la Edad de Oro, han de liberarse
de la honradez como de las bellotas.

MISOMEDON: No creo que améis el dinero.
PHILOPIRIO: Desde luego, sí lo amo.
MISOMEDON: Quiero decir que no tenéis noción de su valor, ni verdadera estimación por él.
PHILOPIRIO: Sí, la tengo; pero lo valoro del mismo modo que la mayoría de las personas lo hacen con la salud, en la que, como sabéis, apenas si se piensa hasta que falta.

Mandeville declara virtuosos solo a aquellos actos "por los cuales el hombre, contrariando el impulso de la Naturaleza, procuraría el beneficio de los otros o el dominio de sus propias pasiones mediante la racional ambición de ser bueno". Proclama igualmente viciosa toda conducta que no sea el resultado de una negación absoluta de la naturaleza emocional, puesto que la verdadera virtud es generosa y desapasionada.


Son todos, en el fondo egoístas. 

Sin embargo Mandeville como Bayle se niega a admitir que la utilidad del vicio anule su maldad.

Cómo buscar la felicidad propia viendo el daño o el beneficio que recibe la sociedad.

Mandeville dice que el único vicio que debe fomentarse es el vicio útil. Los vicios han de castigarse tan pronto como se conviertan en delitos. El vicio dañino es un crimen y debe ser fustigado.

Pero no son las virtudes ascéticas las que hacen próspera a una nación. El abolir a los extravagantes supondría una reducción de la demanda y de la producción.

Para Mandeville la palabra vicio es lo mismo que Erasmo con la palabra locura. Y su Typhon fue dedicado "a la numerosa sociedad de los locos".

Y Mandeville dice que no se debe venerar al pobre porque si tuviera dinero tendría los mismos vicios que el rico o peores, y dejaría de formar parte del ejército de asalariados de las faenas desagradables que alguien tiene que hacer porque llegada la comodidad del ocio ya no trabajaría y se haría indolente y solo la miseria le hace esforzarse y aguantar las faenas, por lo que tampoco conviene educarle para que no llegue a una contradicción religiosa y moral.... (NOTA de Jorge: y así dicho más vale que muera si no quiere ser esclavo o sobreviviendo como parásito de otros?)

Criando al pobre en la ignorancia podréis acostumbrarlo a los trabajos realmente penosos, sin que se percate de que lo son.

La raíz de los males, la avaricia,
vicio maldito, perverso y pernicioso,
era esclava de la prodigalidad,
ese noble pecado;
mientras que el lujo
daba trabajo a un millón de pobres
y el odioso orgullo a un millón más;
la misma envidia, y la vanidad,
eran ministros de la industria;
sus amadas, tontería y vanidad,
en el comer, el vestir y el mobiliario
hicieron de ese vicio extraño y ridículo
la rueda misma que movía al comercio.

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