July 14, 2015

DE LAS TENTACIONES EN IMITACIÓN DE CRISTO

Una es la palabra de Dios, otra es la continua oración, otra es el recibir muchas veces el precioso cuerpo de nuestro Señor Jesucristo (tres que notablemente aprovechan al ánima que desea salvarse).

Y dirás con el rey David. Así como lo oímos, así lo vimos; y aun con la reina de Sabá, cuando decía: Mayor es tu hecho que tu fama.

Aquí te enseñará poner todas tus cosas en Dios y vivir un sancto descuido debajo de la confianza de aquel Señor que todo lo provee.

Libro del menosprecio del mundo
y de seguir a Cristo.

Vanidad de vanidades y todo vanidad, si no amar y servir a solo Dios.
Vanidad es desear larga vida, y no curar que sea buena.

DE LA UTILIDAD DE LA ADVERSIDAD
Bueno es que algunas veces nos vengan cosas contrarias: porque muchas veces atraen el hombre al corazón, para que se conozca desterrado y no ponga su esperanza en cosa del mundo. Bueno es que padezcamos a veces contradictores, y que sientan de nos malamente, aunque hagamos buenas obras y tengamos buena intención. Esto ayuda a la humildad y nos defiende de la vanagloria. Cierto, entonces mejor buscamos a Dios por testigo interior cuando somos de fuera desprecados y no nos dan crédito. Por eso debería el hombre afirmarse del todo en Dios, y no ternía necesidad de buscar otras consolaciones. Cuando el hombre bueno es atribulado, o tentado, o afligido con malos pensamientos, entonces conosce tener de Dios mayor necesidad, pues que ve claramente que sin él no puede nada bueno. Entonces de verdad se entristece, gime y ora por las miserias que padesce. Entonces le enoja la larga vida, y desea hallar la muerte, por ser desatado y estar con Cristo. Entonces conoce bien que no puede haber en el mundo perfecta seguridad ni complida paz.

DEL RESISTIR DE LAS TENTACIONES
Cuando en el mundo vivimos no podemos estar sin tribulaciones y tentaciones, según está escripto en Job: Tentación es la vida del hombre sobre la tierra. Por eso cada uno debe tener cuidado, y vele en oración contra sus tentaciones, porque no halle el diablo lugar de engañarlo: que nunca duerme, buscando por rodeos a quien tragar. Ninguno hay tan sancto ni tan perfecto que no sea algunas veces tentado. Mas son las tentaciones muchas veces utilísimas al hombre, aunque sean graves y enojosas porque en ellas es humillado, purgado y enseñado. Todos los santos por muchas tribulaciones y tentaciones pasaron, y aprovecharon; y los que no quisieron sofrir bien las tentaciones, fueron habidos por malos, y desfallecieron. No hay orden sancta ni lugar tan secreto, donde no haya tentaciones y adversidades. No hay hombre seguro de tentaciones del todo en tanto que vive; porque en nosotros está la causa, que nascemos con inclinación de pecado, y una tentación o tribulación ida, sobreviene otra; y siempre tenemos que sufrir, porque se perdió el primero estado de la inocencia.

Muchos quieren huir las tentaciones, y caen en ellas más gravemente. No se pueden vencer con solo huir, mas con paciencia y verdadera humildad somos hechos más fuertes que todos los enemigos. El que solamente desvía lo de fuera y no arranca la raíz, poco aprovechará: antes tornarán a él más presto las tentaciones, y hallarse ha peor. Poco a poco, con paciencia y larga esperanza, con el favor divino, vencerás mejor que no con tu propia importunidad y fatiga.

El comienzo de toda mala tentación es no ser constante en el bien comenzado y no confiar en Dios. El fuego prueba al fierro, y la tentación al justo. Muchas veces no sabemos lo que podemos mas la tentación descubre lo que somos. Debemos empero velar principalmente al principio de la tentación, porque entonces más fácilmente es vencido el enemigo, cuando no lo dejamos pasar de la puerta del ánima. Por lo cual dijo uno: Resiste a los principios. Tarde viene el remedio cuando la llaga es muy vieja. Lo primero que ocurre al ánima es solo el pensamiento, luego la importuna imaginación, después la delectación, y el feo movimiento, y el consentimiento. Y así se apodera poco a poco el enemigo del todo, por no resistirle al principio. Y cuanto uno fuere más perezoso en resistir, tanto cada día se hace más flaco, y el enemigo contra él más fuerte.

Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y juicio de la divina ordenación que mide el estado y los méritos de todos, y todo lo que tiene ordenado para salud de sus escogidos. Por eso no debemos desesperar cuando somos tentados: mas antes rogar a Dios con mayor fervor que tenga por bien de nos ayudar en la tribulación. El cual sin duda, según el dicho saint Pablo nos porná tal remedio que la podamos sufrir, y salgamos de ella con provecho. Pues así es, humillemos nuestras ánimas debajo de la mano de Dios en toda tribulación y tentación, que Él salvará y engrandecerá los humildes de espíritu. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto el hombre ha aprovechado; y en ellas consiste mayor merecimiento, y se conoce mejor la virtud. No es mucho ser el hombre devoto y ferviente cuando no siente pesadumbre; mas si en el tiempo de la adversidad se sufre con paciencia, esperanza es de gran bien.

Algunos hay guardados de grandes tentaciones, que son vencidos a menudo de pequeñas: porque se humillen y no confíen de sí en cosas grandes, pues que son flacos en cosas tan chicas.

Muchas veces juzgamos la cosa conforme a nuestro apetito, y perdemos ligeramente el verdadero juicio por el amor propio.

Mucho hace el que mucho ama, y mucho hace el que hace bien la cosa, y bien el que sirve más al común que a su voluntad. Muchas veces paresce caridad lo que es carnalidad. Porque la inclinación de la carne, la propria voluntad, la esperanza del galardón, la afección del provecho pocas veces nos dejan.

El que tiene verdadera y perfecta caridad no se busca a sí en cosa alguna, mas en toda cosa desea que Dios sea glorificado. No ha envidia de ninguno; porque no ama ningún bien proprio, no se quiere gozar en sí; mas desea sobre todas las cosas gozar de Dios. A nadie atribuye ningún bien, mas refiérelo del todo a Dios, del cual como de fuente manan todas las cosas, en el cual finalmente todos los sanctos descansan con perfecto gozo. ¡Oh, quien tuviese una centella de verdadera caridad, por cierto que sentiría ser todas las cosas de vanidad llenas!



Primer Tratado
TOMÁS DE KEMPIS

No comments:

Post a Comment