June 22, 2012

ASIA IV

Los chinos fueron los primeros en utilizar la seda, antes de que la larva se metamorfoseara en polilla, se metían los capullos en agua caliente para matar al animal, y los hilos se desenmarañaban y se alcanzaba la preciada prenda, aquí a un trabajador hay que darle un baño de retahílas de exigencias y de tomas de decisiones antes que de él se pueda sacar a un buen contribuyente y es de asunto civil que de todos se saque el néctar para el Estado cuya lista de espera es larga allende las fronteras, y veamos si los que venden los productos no son solo numerosos chinos sino saludables hispanos, y no precisamente en puestecitos de la calle sino con más miras a la exportación.


El chinopardo que no llora es matado al paso de la momia del dictador norcoreano, y su hijo con ese lambreguín de peinado gobierna un pueblo de la época de Lenin, la dictadura psicológica es la peor que hay porque te dicen lo que tienes que pensar y también lo que dices y con miedo no dices lo que ves en realidad, pero qué pasa cuando en la obra teatral comunista un personaje desbarra a lo Mickael Jackson y sus pies están fuera del tiesto y del contexto de esas almas que se escapan de este cortejo del terreno de esos muertos.


El inuk con su kayac de Alaska y Groenlandia es como el chino y el nipón que en el duro medio en que viven nada saben de líderes carismáticos sino eficientes que dirijan la partida de caza perdonando todos los errores que les lleven a despeñarse por la banquisa.


Los japoneses son almas desencantadas con las contradicciones de la persona moderna con su deseo de controlarlo todo como en Tokio escribió Jun Ishikawa gran conocedor de la filosofía de Confucio y como en Nagasaki noveló Kazuo Ishiguro en Lo que queda del día a resultas de la desmoralización de la sociedad japonesa que como inconsolables kafkianos tras la destrucción de la era nuclear recorren el mundo como palomas silenciosas.


Son los arquitectos japoneses los que mejor hacen las mini y megaciudades de líneas rectas y aspecto geométrico combinando la alta tecnología arquitectónica con los aspectos humanos por los que a los inventos, los robots y las máquinas orientales les pediremos expresividad y variación de las líneas cálidas y seguras de la personalidad para no producir la isquemia de los valores clásicos del Renacimiento italiano en el que se refleja nuestra juventud sana.

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