November 18, 2010

LA PERFECTA CASADA: FRAY LUIS DE LEÓN

No es bueno que el hombre esté solo (Gen, 2).


La mujer buena es suerte buena, y como premio de los que temen a Dios, la dará Dios al hombre por sus buenas obras.


Vivir con leones y con dragones es más pasadero que hacer vida con la mujer que es malvada.


[...] y gustando de señalarse y vencerse entre sí unas a otras, aun en cosas menudas y de niñería [...] Gusta una mujer de parecer más hermosa que otra, y aun si su vecina tiene mejor basquiña, o si por ventura saca mejor invención de tocado, no lo pone a paciencia; [...]


Porque a la buena mujer su familia la reverencia, y sus hijos la aman, y su marido la adora, y los vecinos la bendicen, y los presentes y los venideros la alaban y ensalzan.


Mujer de valor, ¿quién la hallará? [...] que es cosa rara, que es lo mismo que llamarla preciosa y excelente cosa, y digna de ser muy estimada, porque todo lo raro es precioso.


De manera que el hombre que acertare con una mujer de valor, se puede desde luego tener por rico y dichoso, [...] así que ésta es la primera alabanza de la buena mujer, decir que es dificultosa de hallar. [...] Porque no sería mucho ser una buena si hubiese muchas buenas, o si en general no fuesen muchos sus siniestros malos.


Que, como burlando en esta materia, o fue Focílides o fue Simónides, el que lo solía decir, en ellas solas se ven el ingenio y las mañas de todas las suertes de cosas, como si fueran de su linaje; que unas hay cerriles y libres como caballos, y otras resabidas como raposas, otras ladradoras, otras mudables a todos colores, otras pesadas, como hechas de tierra; y por esto, la que entre tantas diferencias de mal acierta a ser buena, merece ser alabada mucho.


¿Quién hallará una buena mujer?, sino llamóla mujer de valor, [...] así en las mujeres no hay medianía, ni es buena la que no es muy buena, [...]


[...] poseer en ella un tesoro abreviado; así una buena mujer no es una mujer, sino un montón de riquezas, y quien las posee es rico con ella sola, y sola ella le puede hacer bienaventurado y dichoso; [...] ni más ni menos a la buena mujer el marido la ha de querer más que a sus ojos, y la ha de traer sobre su cabeza, y el mejor lugar del corazón dél ha de ser suyo, o, por mejor decir, todo su corazón y su alma, y ha de entender que en tenerla, tiene un tesoro general para todas las diferencias de tiempos, y que es varilla de virtud, como dicen, que en toda sazón y coyuntura responderá con su gusto y le hinchará su deseo, y que en la alegría tiene en ella compañía dulce con quien acrecentará su gozo, comunicándolo, y en la tristeza amoroso consuelo, y en las dudas consejo fiel, y en los trabajos regalo, y en las faltas socorro, y medicina en las enfermedades, acrecentamiento para su hacienda, guarda de su casa, muestra de sus hijos, provisora de sus excesos, y finalmente, en las veras y burlas, en lo próspero y adverso, en la edad florida y en la vejez cansada, y, por el de la vida por todo el proceso, dulce amor, y paz, y descanso.


[...] y, cuanto más gastan, tanto les aplace más el gastar. [...] Y muchas veces no gasta tanto un letrado en sus libros, como alguna dama en enrubiar los cabellos. [...] Pues no sea la perfecta casada costosa, ni ponga la honra en gastar más que su vecina, sino tenga su casa más bien abastada que ella y más reparada, [...]


Vosotros los maridos, amad a vuestras mujeres y, como a vaso más flaco, poned más parte de vuestro cuidado en honrarlas y tratarlas bien (1 Cor, 13).


Porque, si los hombres, que son varones, con el regalo, conciben ánimo y condición de mujeres, y se afeminan, [...] trueca a la mujer en ramera aqueste dragón alcahuete; porque el darse al afeite, de ramera es, [...] Su cuenta es desenlazar las bolsas de sus maridos, y el consumirles las haciendas en sus vanos antojos, [...]


Tienen por oficio andar de casa en casa ociosas, y no solamente ociosas, más también parleras y curiosas, y habladoras de lo que no conviene (1 Tim, 5).


Y asimismo Antífanes, escritor también de comedias, mofa de aquesta perdición de mujeres, poniendo las palabras que conviene a lo que comúnmente todas hacen, y dice: “Llega, pasa, torna, no se pasa, viene, para, límpiase, revuelve, relímpiase, peinase, sacúdese, friégase, lávase, espéjase, vístese, almízclase, aderézase, rocíase con colores, y al fin, si hay algo que no, ahógase y mátase”.


[...] y que para el deleite de todos se derrama con posturas lascivas. [...] porque le es necesario el teatro, y la procesión, y la muchedembre de los miradores, y el vaguear por las iglesias, y el detenerse en las calles para ser contempladas de todos, porque cierto es que se aderezan para contentar a los otros.


Afréntase de su nación; duélense por no haber nacido alemanas o inglesas, y así procuran desnaturalizarse en el cabello siquiera [...] Demás de que también procuran de mudarle de blanco en negro, las que les pesa de haber llegado a ser viejas.


[...] mejórase y esfuérzase mucho cualquiera buena razón en la boca dulce de la sabia y buena mujer.



Año 1560

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