April 06, 2014

EL SOL DEL PALACIO DE ORIENTE SOBRE LA CUESTA DEL VIADUCTO

Las minifaldas chinas no tenían nada por debajo y te compraste un traje que solo te servía para el jardín del hotel.

Nunca me ha gustado ni me ha sentado bien las más fina Coronita, nunca más debieras tomar una bebida gaseosa y solo agua y agua pura de Madrid.

A veces ves a la gente caerse en el infierno, a veces no te gusta el contraste que rodea a lo que más quieres, sabes que tú y los tuyos sois unos perdedores acostumbrados a dejarse ganar, lo que hemos visto con la crisis es que ha dejado un vacío de valores e ideales, que tu mujer tiene pasiones desatadas que tú no comprendes porque estás pasado de vuelta, ni torsos desnudos ni camisetas por la Cibeles, esta primavera voy a volver a enamorarme de mi mujer, a la de una y a la de tres rugby por la gran ciudad, dejo que me miren a mí pero yo no voy mirando a las mujeres por Recoletos, si quieres ir por la sombra y por el sol en Alcalá, cada paso mío más y menos es un metro, cuando el cuerpo está hecho ya sabes lo que le espera, el calor ha venido de golpe en el Palacio de Oriente como un mazazo, algunos visten mal porque desprecian la ciudad y corred y en marcha para los que ven las películas.

Mi chico tiene el humor de las triquiñuelas de Lazarillo de Tormes, tú nunca has pasado por la puerta recóndita de los apesebrados del Senado porque tú eres un judío y en esa calle está el Tribunal de la Santa Inquisición y el Café Chinitas, por ahí se acorta desde los jardines de Sabatini a la Gran Vía sin profundizar en la bajada y la subida empinada de la Plaza de España, le dice un señor a su maruja yo nunca he tenido derechos, los parques del centro no son para que te jueguen los niños, nadie va en fila india por Callao y Madrid es para un rato nada más porque te puedes encontrar a tu demonio y al diablo.

A algunos les va muy bien el rollito de trabajar pero otros ya no creen en el sistema del trabajo.

A veces he estado tan fuera de las iglesias e ideas religiosas que el diablo se podría haber aprovechado de ello dándome muerte.

Y el Tic-tac Ti-ta-nic no fue más que un ahoga de voluntades y vidas.



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