February 15, 2013

EL METRO DE MADRID

Ves tanta gente en el intercambiador que no sabe dónde va, que no sabe concretamente dónde quiere ir, y se dejan llevar a un punto muerto de su existencia.

Se trata de no dar la nota y de no tener identidad,/ una toma de conciencia de la nada y una opción por el vacío,/ de no tener que significarse ante nadie ni de que nadie pueda pedirte cuentas,/ una materialidad abstracta y anormal de desarticulación del sujeto,/ de un carácter leve y fantasmal como el de un Papa que dimite,/ eso es lo que quiero yo para mis días,/ así que chica puedes mirarte lo que quieras al espejo,/ y tú burgués ponerte los trapos que quieras,/ que con ninguna marca económica me vais a tapar la vista de la tontería del mundo.

Contemplabas en el Arco de Triunfo del Carrousel que el matemático Lewis Carroll admiraba la edad de la infancia y que los gitanos rumanos no admiran a su adolescencia, por eso pido a los abuelos que cuiden de sus nietos y que ninguna frontera les separe de dar todo el calor y cariño a los niños en el extremo de sus vidas, porque no está pagado con nada que uno viva en un mundo feliz.

El hijo del primer descubridor de la neurosis tuvo que viajar al Ártico para poder despejar su mente, Carlomagno tuvo que cristianizar a los sajones para que se hicieran más caritativos, y tú tienes más correspondencias y flirteos que la chalada Mme du Châtelet y me haces la pascua cuando quiero tomarme una torrija a un precio tan caro para mis conocimientos.

Artistas y modelos y locos como Bing Crosby, Bob Hope, Doris Day, Dean Martin, Jerry Lewis, Buster Keaton y Charlot llaman al zafarrancho del circo para zafarse de la locura urbana, de los peligros de la civilización doméstica y de la invasión del automóvil en nuestras vidas modernas.

Se alzan las torres de los negocios en la metrópoli de Londres, en la isla de Taiwan y en el antiguo poblado indígena de Tampa, con todas sus luminarias nocturnas como si los seres se hubieran convertido en puntos de electricidad, que no cesan de perpetuarse unos subiéndose sobre el vacío de los otros, y cuyo exceso sería una sonrisa satisfactoria para el canibalismo en que el capitalismo se lo toma en sus miembros medios churruscados y en sus bajos carbonizados.

El concepto de Esperanza Popular es que si tú naces en buena familia, tienes buena educación, y buena alimentación y oportunidades, tú puedes sobrevivir pero me pregunto qué ha sido para todos aquellos encapuchados carcelarios del metro.

La primera novela europea fue La Celestina y Camilo José Cela fue el último mejor escritor español en castellano octosílabo y con celo pondremos las notas de Bárcenas en la rotativa de El País, y cualquier día me encuentro a Felipe González sentado en un asiento del metro.

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