LA INFALIBILIDAD DE LA RELIGIÓN DE JAIME BALMES

Por ese espíritu de libertad que invade el mundo civilizado, y se dilata por todas partes como un río que se desborda, ¿hemos de temer que perezca la religión? No, la alianza del altar y del trono absoluto podía ser necesaria al trono, pero no lo era al altar. En los Estados Unidos la religión progresa bajo formas republicanas; en la Gran Bretaña han hecho increíbles adelantos a proporción que se ha desenvuelto la libertad... [...] Por estas razones considero como una empresa, peligrosa sí, pero noble, digna de un alma grande, es hacer a su tiempo las debidas reformas, manifestando que no se teme el movimiento de la época para atraer a todos los espíritus nobles, persuadiéndolos que en la religión no hay nada que se oponga al buen orden en la administración, al progreso material, al desarrollo de la inteligencia, al ejercicio de la libertad política; que entre las formas humanas que caducan y se arrumban no debe ser contada la religión católica; y que ella, con sus dogmas, su moral, su jerarquía, su autoridad puede permanecer ilesa en medio de las vicisitudes de los imperios; que puede plantar la cruz sobre el palacio de los césares como sobre las asambleas populares; que puede ungir a un monarca bajo las bóvedas de un templo gótico, o bendecir un camino de hierro; que puede ser heroica bajo la coraza de un cruzado o la humilde toca de una hermana de la caridad; que puede defender a un rey contra las huestes de Napoleón, o la libertad republicana en las banderas del Sonderbund.

Cartas a un escéptico en materia de religión, 1846