I
Quien te llevó a escribir y quien hizo que tu palabra escrita se cumpliera si no eras judío.
II
Amuletos y filacterias que se llevaban encima, y hasta el simbolismo del candelabro de siete brazos con sus diversas interpretaciones, se usaban ampliamente con fines mágicos. Todos estos productos de origen judaico entraron pronto en el uso corriente de los paganos y también de los cristianos. Estos últimos, en particular, herederos y sucesores al mismo tiempo de los hebreos, habían conservado no sólo muchas de sus convicciones religiosas y prácticas litúrgicas, sino también creencias y prejuicios varios. Se atribuían virtudes mágicas a los ritos y a los símbolos del culto judaico; la misma persona física de los judíos, en la convicción popular, participaba del prestigio mágico de su religión.
Se tenía gran confianza en las virtudes terapéuticas de los judíos, considerados curanderos milagrosos. Ante los primeros síntomas de fiebre, observa el obispo, ante las más pequeñas heridas, se corre a las sinagogas a consultar a estos curanderos; a la sinagoga se va siempre a consultar a magos y adivinos.
De los judíos habían heredado los cristianos, en particular, la práctica de hacer y de llevar colgados al cuello o atados a los brazos y a las pantorrillas las filacterias y los tephillin, que ya en la época de Jesús ostentaba con complacencia la clase sacerdotal. Las filacterias de origen judaico eran tiras de tela en las que se hacían signos mágicos particulares, pero habitualmente contenían versículos de la Biblia. El nombre y los escritos de Salomón, para ciertas prácticas mágicas y ciertos amuletos, eran los más difundidos. Pero muy pronto comenzaron los cristianos a construirse sus propios amuletos, utilizando versículos del Evangelio, a los que se añadía la reliquia de algún santo o el signo de la cruz. Este uso quizá había comenzado ya en Palestina, donde especialmente las mujeres de las comunidades cristianas fabricaban y se ponían aquellos escapularios, según atestigua san Jerónimo.
La convicción de que la palabra “escrita” tiene en sí misma un valor mágico aparece con gran frecuencia y se deduce en particular de la narración de ciertos milagros. ¿Es la virtud taumatúrgica del santo la que hace el milagro, o el contacto con los escrito? Cuando, durante una de las frecuentes inundaciones del Po, el obispo Sabino eleva oraciones a Dios para que se haga volver al río a su cauce, un notario arroja al agua un praeceptum, y el río vuelve inmediatamente a sus márgenes naturales. ¿Ha obedecido el agua a las plegarias del santo obispo, o se ha retirado ante las virtudes mágicas de aquel escrito?
Otros objetos de la tradicción y de los usos judíos a los que atribuían los cristianos virtudes mágicas eran los panes ácimos de la pascua hebraica. La devoción y la credulidad popular los buscaban y los usaban con gran confianza.
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