Cuando el Evangelio no fuera más que un sistema humano, cuando se pudiera demostrar que el divino origen que se le atribuye es falso, y sus esperanzas y amenazas son quiméricas, nadie pudiera negar que es un libro excelente, que no ha podido escribirse sino con intenciones virtuosas, que su doctrina es tan pura, sus máximas tan santas, y sus consejos tan sabios, que si su observancia fuera general, con esto sólo se remediarían cuantos abusos y desórdenes lloran los hombres de bien en las sociedades humanas. Así es imposible quitar a los fundadores del Cristianismo el mérito de haber emprendido un designio saludable, de haber concebido ideas santas y sublimes, y de haber sido hombres benéficos, y verdaderos amigos de los otros hombres... Aun cuando fuera posible demostrar que no existe ninguna religión revelada, sería menester respetar el Evangelio como el mejor libro que ha caído en las manos de los hombres.
No hay honor ni buena filosofía en la incredulidad... [...] la Religión y su doctrina es la filosofía más sana, la más elevada y la más útil; en fin, la única que puede hacer felices a los mortales..., pues sólo el Evangelio es la regla que puede producir la felicidad universal.
El Evangelio en triunfo o la Historia de un filósofo desengañado, 1797
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