RUSIA IV

Las huelgas ya no son como las de Nicolás II ni las mujeres se rebelan como Lili ni son las bicicletas de antes y lo que se produce no son helicópteros.

Es lógico para el ruso actual saber que el dinero lo puede todo como la lucha del pueblo cuando es sustentada por el Estado si éste se encuentra hasta el cuello de peligros externos y el partido y los funcionarios no miran para un acomodamiento burgués y así esta autosuficiencia del valor natural le hace derrochar fácilmente las riquezas como si fueran el diablo de la botella de Stevenson de la que hay que deshacerse por medio de un borracho.

Las tribus de Mongolia hicieron hincapié en la decoración de objetos portátiles con motivos de monstruos de animales que las Mujeres de Rusia guardan mágicamente en sus vitrinas como si la diplomacia de Putin ya supiera con qué afinamiento tratar a los ciudadanos del mundo.

De la ciudad moscovita del monasterio de la Trinidad salían los juguetes y las cucharas de madera para todos los rusos, para los niños y para los viejos, para el juego y para la comida, acaso como si hubieran entendido que lo de la santidad es para todas las casas, para con padre, madre e hijo, y para todo el Espíritu Santo de la callada Rusia.