November 06, 2012

QUIZÁS UNA DESGRACIA/ QUIZÁS UNA BENDICIÓN

En un pequeño pueblo vivía un anciano con su hijo de diecisiete años.

Un día, el único caballo blanco con que trabajaba saltó la reja y se fue con varios caballos salvajes. La gente del pueblo murmuraba: ¡qué desgracia la suya, don Cipriano! Y el tranquilo, contestaba: "quizás una desgracia o quizás una bendición".

Días después, el caballo blanco volvió junto a un hermoso caballo salvaje, y la gente saludaba al anciano diciéndole: "¡qué bendición!", a lo que don Cipriano replicaba: "quizás una desgracia o quizás una bendición".

A los pocos días, el hijo adolescente, mientras montaba el caballo salvaje para domarlo, fue derribado y se fracturó una pierna, a raíz de lo cual empezó a cojear, y la gente le decía al anciano: ¡qué desgracia la suya, buen hombre!, a lo que replicaba: "quizás una desgracia o quizás una bendición".

Días después se inició una guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al frente de batalla, pero a su hijo no lo llevaron por su cojera, y toda la gente del pueblo saludaba al anciano y le comentaba: ¡Qué bendición la suya, don Cipriano! Y él, con su fe inquebrantable, contestó una vez más diciendo: Solo Dios lo sabe, quizás sea una bendición o quizás sea una desgracia.

Efectivamente, solo Dios sabe. El nunca se equivoca. Por eso debemos agradecerle a Dios todo lo bueno y lo malo que nos sucede a lo largo de nuestra vida, porque todo tiene una razón de ser... Y Él jamás nos mandaría algo que no pudiésemos soportar o superar a través de la fe y el amor a Dios.


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(Nota de Jg: a veces la mala suerte es buena suerte. Una de mala suerte y luego tres de buena suerte).

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