Tú eres un catalán solapado/ pero ahora no quieres ser de la continua,/ te vas de la banda/ porque suenan las músicas de las banderas,/ y en silencio te tumbas al solarium,/ y en la soledad del solar reflexionas/ qué abremos hecho mal/ al encontrar aquella famosa mina española de sal.
Solo y doliente Mas ante el caos que ha generado como una zorra que se ha metido en la madriguera de los lobos y que contempla como la conciencia de Josep Vicenç Foix en este omega en que ha situado al electorado catalán del ultrasueño y el surrealismo tan suyo.
Pobre senyoret!, L´alegre festa, Fi de semana damunt l´herba, Les meves nits en blanc, Històries possibles, Sala de miralls-espejos, La sala d´espera, Adéu abans d´hora, Tota una altra cosa, La maroma... todos estos títulos de Ramon Folch i Camarasa parecen dedicados a Artur Mas, y aun los de su padre Josep Maria Folch i Torres como en La Tralla, Els pastorets, La Ventafocs, L´anell meravellós, D´aquesta aigua no en beuré-beberé también señor patufet cocodrilé a quien te dedico las Goyescas de Enrique Granados.
Los catalanes son gentes solanáceas de las más conocidas y utilizadas por el ser humano, con carpetas de asuntos y hojas esparcidas e insertas a lo largo de la espiral que recorre el tallo y las ramas del Estado Español, y aunque sus flores brotan aisladas o en racimos tienen forma de estrella que guían a los pueblos aunque a veces produzcan sustancias tóxicas.
No es que te llames Mas es que Juan Sol que era diputado y senador republicano del partido de Ruiz Zorrilla en Lérida y Barcelona ya promovió una campaña contra Francisco Silvela e impulsó con sus discursos la agitación contra Maura y se opuso al movimiento de Solidaridad Catalana y rivalizó con Lerroux por la jefatura y esto ya sí que es más de más.
El escultor barcelonés Antonio Solá se fue al pensionado de Roma y desde allí envió a España obras del neoclasicismo que le proporcionaron gran prestigio como Nereidas del patio de la lonja de Barcelona y Daoíz y Velarde en la plaza del Dos de Mayo de Madrid inspirada en Los tiranicidas y la estatua de Cervantes en la plaza de las Cortes también en Madrid en el año 1835.
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