Con ese entrenador como Guardiola era normal que yo como jugador encajara en las piezas del puzle y me saliera tal jugada, él supo de los movimientos y giros de todos y no teníamos más que ponernos en nuestros puestos así que no me consideres una figurita sino una pieza más de la mecánica estratégica del Barça.
Ándate con cuidado por la ciudad porque si un mendigo errante tiene las llaves para abrir papeleras de los centros conflictivos y ya miras como un puntilloso el comportamiento de tus conciudadanos, y sabes que ya no tiene ningún prestigio venir de ese infierno de Madrid a pasar el descanso en la costa, y la locura verde portuguesa va por barrios como el de Chamartín, y ese minusválido tiene tanta dignidad o más que los jugadores del Real Madrid para correr el maratón por la democracia y el pan de vivir que el rico Florentino le arroja desde la mesa.
Cuándo se puede dar por perdido un hijo, cuándo se puede dar por perdido un título nobiliario, cuándo la honra, el honor y el estado, cuándo la juventud, la belleza y la salud, y cuándo la clase de los socios del Real Madrid que celebran sus triunfos como en el Coliseum romano.
Siempre he pensado que si los paraterrestres vinieran a la Tierra buscarían la inteligencia en individuos racionales como Alberto Durero, Leonardo Da Vinci y Baruch Spinoza y a eso debía asimilarme en mi camino de la huida de la afectación y de la floritura madridista de Mourinho y compañia lusa.
Mientras tanto entre tarados, calvos, gordos y feos en espera, solo los enfermos merecen mi compasión porque en la masa se encuentra una falsa seguridad, y solo el yo que sale de ella para conseguir su objetivo puede aceptar la socialización debida a la masa, y se ama a ese jugador del Real Madrid en tanto como persona y resolutivo con el balón, por eso lo celebramos hoy y nos vestimos de fiesta.
Me gustaría hacerme a mí mismo una lasanha con la carne de la humanidad pero no creo que fuera bueno porque todos han perdido la cabeza porque en el momento en que está más fuerte el pulso entre el gobierno y la oposición no quiero que me atiendan en ningún hospital ni aprender nada en ninguna escuela ni trabajar para ningún jefe ni ver más teatro ni películas solo la batalla personalizada en el buen hacer y el mágico prodigioso del fútbol quede lo demás para los latidos leves del corazón.
May 22, 2013
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