PROPÓSITOS LITERARIOS VI

Cuando, por ejemplo, la literatura profundiza nuestra comprensión e intensifica nuestra conciencia, contribuye en la medida de sus posibilidades al cambio de la sociedad.

Ahora bien, aunque admita esta debilidad en esas tres relaciones, y esta irregularidad en la imaginación, afirmo con todo que los únicos principios generales de asociación de ideas son la semejanza, la contigüidad y la causalidad.
(Tratado de la naturaleza humana, David Hume)


DOS INTRODUCCIONES

I 

Wittgenstein sugiere que si lo bueno remite a determinadas experiencias éticas, éstas tengan en sí mismas un valor absoluto e incondicional.

Y leemos en él: "Mi tendencia total, y creo que la tendencia de todos los hombres que han intentado escribir o hablar sobre ética o religión, era ARREMETER CONTRA LOS LÍMITES DEL LENGUAJE. Este arremeter contra las paredes de nuestra prisión es cabal y absolutamente sin esperanza".

Wittgenstein promulgó la multiplicidad de lenguajes, la diversidad de juegos linguísticos, la variedad casi infinita de usos.


II

La preceptiva enseñó a Cervantes a definir claramente el área del arte universal o idealista frente a la del particular o naturalista. Y una vez delimitado el perímetro, se complace en abrirle brechas y en hacer ver lo imposible de tal limitación.

Es decir, la verdad de la historia está garantizada en cualquier caso por la realidad objetiva de los hechos; la verdad ideal de lo inventado requiere trabazón y armonía subjetivas.

La armonía y el acuerdo no es solo una cualidad objetiva, sino un proceso activo de conocimiento.

En teoría, Cervantes admite la posibilidad de una verdad absoluta: "Me sucedió un caso, que si creyéredes, haréis mucho, y si no, no importa nada, puesto que la verdad ha de tener siempre su asiento, AUNQUE SEA EN SÍ MISMA". (Persiles, Rivado, I, 634b)

Américo Castro, El pensamiento de Cervantes


EN EL 1837

El 13 de febrero de 1837 provoca aparatosamente una entrevista en su propia casa y Dolores le comunica que va a reunirse con su marido, destinado en Manila. Al abandonar ella la vivienda, Larra se dispara un tiro en la sien. La noticia conmociona a todo Madrid. Su entierro fue una manifestación de duelo impresionante: la ciudad reconocía que acababa de sufrir una verdadera mutilación moral.
Pocos meses después, Dolores Armijo murió en el naufragio del barco que la llevaba a Filipinas. En junio del mismo año se promulgó una Constitución progresista, y en octubre fue reconocida la libertad de imprenta en una ley que posiblemente Larra habría aplaudido.