Nunca caí en el olvido, nunca volví a hallar la infancia. Fuera de la infancia y del olvido no existe más que la gracia para poderos consolar de existir, o que pueda daros la plenitud, el cielo en la tierra y en el corazón. La infancia lo olvida por la agitación, la gracia. No hay más estado que ese. ¿Cómo se puede vivir sin la gracia? Se vive, sin embargo.
¿Por qué se quiere vivir, qué quiere decir vivir? Esperé vivir. Cuando se quiere vivir, ya no es el asombro lo que se busca, sino, a falta de él, al que sólo la infancia o una lucidez sencilla y superior pueden acceder, a falta de él, lo que se busca es ser saciado. Nunca se está saciado, no se puede estarlo. Los bienes no son la vida. No se llega a vivir. Ese "querer vivir" no quiere decir nada.
¿Qué es la vida?, se me puede preguntar. Para mí no es el Tiempo: no es esta existencia que huye, que nos resbala entre los dedos, que se desvanece como un fantasma en cuanto uno quiere asirla. Para mí, es, debe ser, presente, presencia, plenitud. He corrido de tal forma tras la vida, que la he perdido.
Porque las gentes que se morían eran todavía gentes que "se iban", que no esperaban su muerte, sino que se alejaban. Uno se aleja. Es espacio, no es tiempo. Y, sin embargo, eso no es del todo verdad. Porque, cuando supe lo que era la muerte, supe también que mi madre se iba a morir un día y que llegaríamos con seguridad, irremisible, a ese día. Fue, pues, el pensamiento de que mi madre se moriría, no hoy, sino un día, un día seguro, lo que me dio la idea del tiempo.
Un universo finito es inimaginable, inconcebible. Un universo infinito es inimaginable, inconcebible. Sin duda el universo no es ni finito ni infinito, no siendo finitud e infinitud más que formas humanas de pensarlo; de todos modos, que la finitud y la infinitud no sean más que formas de pensar y de decir es también inconcebible, inimaginable. No podemos dar un paso mas allá de nuestra impotencia, ante esos muros siento náuseas. Si no es el muro ya, es el precipicio que se abre ante mis pies y siento vértigo.
Mi pensamiento se separa de mí mismo. Es lo que se separa. ¿Cómo es posible estar a la vez aquí y allí, cómo es posible el pensamiento? Yo me pienso. Yo soy otro. Este "yo" está prisionero en el yo; su raíz soy yo. La tierra nutricia o la savia del "yo", soy "yo".
(Nota de Jorge: pensar esto destruye la mente, el máximo del nihilismo y del sopor, que conduce a la locura sino no encuentra solución religiosa?, contentémosnos con el pensamiento efectivo y político)
Es normal que las cosas parezcan o aparezcan, ya que son. La esencia es una explicación de la existencia completamente suficiente y satisfactoria. Si algo es, es lógico también que exista. Lo que no llego a comprender es esto: ¿cómo es posible que algo sea?, ¿por qué algo es? (nota de Jorge: los griegos no se preguntaban esto, el mundo ya estaba ahí, ahí dado...)
Si el universo no me pertenece, ¿a quién pertenece? Si no soy su amo, ¿por qué no lo soy?, ¿cómo ocurre que el universo no sea yo?, ¿por qué es otra cosa?; de un lado estoy yo; del otro lado, todo lo demás. Todo es otro. Yo mismo me siento otro; estos pensamientos también son otros, ya que me agobian.
Este "yo" debería renunciar, debería abdicar. Se debería dejarlo ir. "Yo" se ve impedido para dejarse ir; los deseos surgen a mi pesar, un "yo" ansioso se levanta contra el "yo" sereno; ¿en qué "yo" me encuentro yo? Quiero conocer. Soy empujado a conocer. No puedo impedirme el desear conocer. No soy dueño de mis deseos, o de mis tristezas, o de mis angustias. O acaso mis angustias, mis nostalgias, mis desánimos, son un yo mismo que se niega a mantenerse sereno. ¿Mi angustia es otro, mi angustia soy yo mismo?
Es una Sociedad de dos dimensiones, me parece, la que desean los economistas revolucionarios. Es hacia el conformismo social adonde nos arrastran, al mundo de la alienación, al mundo que suprime en el hombre su tercera dimensión. Desde este punto de vista, el mundo llamado socialista es más alienante que el mundo burgués, hasta ahora.
Marx se equivocaba: la envidia y el orgullo, tanto como el hambre, tanto como las necesidades económicas, son las fuerzas pasionales que explican las acciones humanas, la Historia entera, la caída inicial. Los que escribieron la Biblia guardaban una verdad pisicológica fundamental, universal.
El error de André Breton es, tal vez, haberse tomado demasiado en serio. Hay que tomarse un poco en serio; si no, se produce la inconsistencia. Ejemplo: Alphonse Allais. Pero si uno se toma demasiado en serio, ya no hay libertad, se produce la prisión, el ahogo. Uno ya no es verdaderamente "libre en sus movimientos". Uno ya no se mueve, está cogido, está pegado a las cosas, no posee ya la distancia necesaria para ver. Hay que ser serio a medias.
Prefiero a Jung a Freud. Jung no prohíbe la religión. Sabido es que afirma que es una necesidad psicológica y que, puesto que es una necesidad, responde a una verdad. ¿Qué verdad? ¿Es ella misma el símbolo de otra cosa, oculta en sí misma otra cosa? No es esto lo que quiere decir. No me atrevo. No soy lo bastante audaz para creer.
Este problema que sé insoluble, me agota mortalmente. Eso también es la pared. ¿Qué es estar aquí, qué es estar y por qué Ser siempre y siempre?: ¿por qué este Ser? De repente, la débil luz de una esperanza insensata: se nos ha hecho el don de la vida, "uno" no puede volver a empezarla. No sé demasiado bien lo que esto quiere decir. No lo sé, en absoluto.
Sin embargo, estas gentes en libertad y que se creen libres porque están en libertad, son amargados y acres, odiosos o envidiosos, insatisfechos o pesimistas. Sin duda, "porque estos últimos no han purgado su pena", en todos los sentidos de la frase.
La única justificación que tengo para hablar de mí es que me desdoblo y hablo de mí como de otro, como de un caso extraño, susceptible de interesar a los psicólogos y demás. Eso se dice. Me pregunto si no es una justificación hipócrita, pero también puede ser que cada caso, incluso el mío, sea interesante. El universo de cualquiera, de cada ser, de una hormiga, puede ser apasionante. El universo de cada uno es universal.
Creo demasiado en el mito del psicoanálisis. El psicoanálisis es una verdad, yo exagero su verdad, sin duda porque no conozco bastante el psicoanálisis. No tengo aún una actitud crítica en relación con el psicoanálisis... Al exagerar la verdad del psicoanálisis, por ejemplo, hago con ella, a mi pesar, una especie de ciencia de las ciencias que mina el terreno a los otros planos, a las verdades opuestas. (nota de Jorge: la caridad con el inconsciente es la locura)
January 13, 2014
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