April 03, 2013

LA PARAFILIA ENTRE JESÚS Y MARÍA MAGDALENA I

Antes de ser el contacto de dos epidermis, el amor es un asunto de reconocimiento: 

"Antes de meterte en mi piel, ya estabas en mi cerebro; tu cuerpo y tu rostro estaban dibujados sobre un mapa coloreado y perfumado que tenía forma de corazón. Durante mucho tiempo he andado por el mundo y mi viático era este mapa del amor. He creído reconocerte muchas veces, pero pronto acababa con el corazón roto por la desilusión; y por fin aquí estás, mi amor, mi hermano. Nuestros dos cuerpos unidos ya solo forman uno".

Este extracto de una novela rosa hace mención a un MAPA DEL AMOR. Designa el conjunto de las representaciones que en el cerebro de un individuo gobiernan sus atracciones, elecciones y comportamientos sexuales. Este mapa no está presente al nacer; como el lenguaje natural, se desarrolla durante los años siguientes. Se trata de una representación o matriz que se construye en nuestro cerebro y que depende de entradas sensoriales especializadas. Describe la imagen de su enamorada ideal y lo que como pareja hacen juntos en una relación romántica, idealizada, erótica y sexual. Este mapa existe en primer lugar en la imaginería mental, luego en los sueños y fantasmas antes de ser traducido en acción con una compañera.

El sexólogo norteamericano John Money de este modo describe una forma especial de lo que yo denomino los MAPAS COGNITIVOS. Entre todos los animales sociales, el niño es el que permanece durante más tiempo expuesto a la influencia de los demás y del entorno en el que crece. Entre la multiplicidad de mapas, las secuencias de acontecimientos y situaciones con las que se ve confrontado, graban en las neuronas del niño un mapa del amor: su mapa, que dibuja en negativo el mapa del otro, la pareja ideal.

Sometido a las limitaciones duales y, a veces contradictorias de los centros cerebrales y de las hormonas, el mapa revela el ámbito favorito para la expresión de las contradicciones del sexo.

Hacer el amor es también un saber: se aprende, del mismo modo que se aprende a hablar o a andar.

Todas las patologías sexuales que se manifiestan después de la pubertad son consecuencia de un mapa del amor estropeado.

Bajo la bóveda craneal y en las circunvoluciones del cerebro, entre otros mapas cognitivos, se guarda el mapa del amor dibujado en la infancia. Los deseos amorosos con su especificidad individual sacan de ellos los motivos e incitaciones que responden a las tendencias propias, producidas por la historia y las predisposiciones de cada uno. Basta dar un paso más, basta una caída, una herida, o un mal encuentro para que se rompa el equilibrio precario y empiece el círculo del vicio.

El santo amor sin mancha por encima de la cintura; por debajo de ésta se revuelcan la suciedad y el pecado. La lujuria quiere tinieblas en el dormitorio o la luz confusa de los burdeles; el amor llama a la cegadora claridad diurna.

En algunos casos, un vínculo entre los miembros pervertidos de una pareja se crea basado en el intercambio de mapas y en la complementariedad de los dos imaginarios. Pero lo más frecuente es que el perverso se encuentre solo y que su mapa trucado no le permita compartir en el amor.

Todas estas parafilias son el testimonio de un mapa estropeado; aunque éste existe a pesar de ser defectuoso. En las hiperfilias, solo existe el sexo en su desnudez obscena. El erotómano está drogado de sexo como otros de cocaína. Estos atletas sexuales cuyas hazañas se celebran en los banquetes de chicos, no son más que toxicómanos cuyo pene inagotable hace de jeringuilla.


Viaje extraordinario al centro del cerebro
Jean-Didier Vincent

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Tú te imaginas a Jesús como un pervertido.

Tú te imaginas a Jesús morreando.

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