Me
gustaría recordarles a los papás de las nuevas generaciones que los hijos no
son el primer lugar, ni lo más importante en una familia. Deben conformarse con
UN SANO SEGUNDO LUGAR.
Todo
lo contrario a lo que pasa hoy en algunas familias modernas donde los hijos son
LOS REYES DE LA CASA, y el satisfacer a toda costa sus caprichos, se ha
convertido en el único objetivo de papá y mamá.
Estos
papás modernos promueven, sin quererlo voluntariamente, la indiferencia, la
lejanía y a veces tristemente, el rechazo al calor familiar y la fobia
sistemática a cualquier tipo de autoridad.
Luego,
surge la pregunta: ¿por qué nuestro hijo actúa, nos trata, se comporta… si
siempre fue lo primero para nosotros? ¿Por qué no quiere estar en casa…?
Justamente por eso, padres de familia, porque los hijos, insisto, deben pasar a
un sano segundo plano.
Los jóvenes de hoy, de menos de 25 años, que viven aún en
casa de sus progenitores, lo piensan mucho antes de irse del hogar familiar,
porque junto a ello deben pensar en atarse al compromiso de alquilar una
vivienda, tal vez consolidar una relación sentimental y olvidar las comodidades
y la seguridad que tienen junto a sus padres.
La actitud de los padres
Los padres que ven como sus hijos se Independizan, suelen sentir un inevitable vacío que loS pone melancólicos . Es el síndrome del nido vacío. En el momento de la emancipación, se da un cambio que muchos padres sienten; se termina un rol. El rol de cocinar para ellos, despertarlos y recibirlos.
Cuándo deben irse
Cuando llega el momento que aunque estés bien en tu casa, notas que te
falta el aire-tu aire- , el del hijo o el de los padres.
Comer lo que te apetezca, poner lo que quieras en la tele, traer a casa a quien quieras para hacer lo que quieras, etc…
Con discapacidad
Si tienes un 65% de discapacidad deberías empezar a entrenarte para ser independiente: aprender a cocinar, hacer una buena compra, poner la lavadora, etc. etc. Las limitaciones te las pones tú, pues con ese 35 % de capacidad física que te queda puedes hacer todo eso si te lo propones (eso si con ayuda de: la imaginación, el esfuerzo, la constancia, y puliendo tu propia técnica para poder realizar las cosas con soltura). No siempre estarán para protegerte, incluso puede que algún día tengas tú que proteger a alguien, pero ¡¡¡ cuidado !!! no lo sobreprotejas, pues podrías dar al traste con todo…
Yo opino que deberían de irse de casa terminando su carrera o si no estudian
que se retiren y sean útiles para ellos mismos a los 18 años que es la mayoría
de edad y dejen de estar sangrando a los padres....
O la edad promedio debería ser a los 27 años después de terminar su
carrera y conseguir un buen empleo, pues se supone que él solo buscara su independencia
y posteriormente se relacionara con alguien y comenzara su nueva vida, pero ya
practica sexo y se quiere independiente y que se lo hagan todo con esa
sobreprotección de siempre.
es cuando ya tienen su vida formada
o sea cuando ya tienen trabajo y casa
ahí es cuando están listos
o sea cuando ya tienen trabajo y casa
ahí es cuando están listos
Cada vez más frecuente: el
de aquellos vástagos que
a pesar de haber culminado sus estudios o, incluso, obtener su
primer empleo, se niegan a abandonar el nido paterno para iniciar una nueva
vida de modo independiente, atendiendo sus propias necesidades y
respondiendo por sus obligaciones.
Síndrome del nido vacío
Es posible que algunos padres no se atrevan a quedarse solos en casa
después de haber pasado “toda una vida” educando a sus hijos y viéndolos crecer.
Esto puede fomentar una actitud sobreprotectora que tiende a justificar
cualquier comportamiento en sus descendientes. Del mismo modo, si
a esos hijos no se les dan herramientas para afrontar la vida de modo
independiente, entonces los ingredientes para una receta que invita al desastre
están servidos, porque el resultado será una complicada
situación de codependencia.
Cuando los hijos
son pequeños están bajo el cuido y la supervisión de sus padres pero conforme
crecen se vuelven cada vez más independientes hasta que en determinado momento
salen del hogar para hacer su propia vida y aunque esto es una situación normal
y esperable, siempre causa tristeza en la familia.
A los
padres les es difícil aceptar que sus hijos son personas aparte de ellos por lo
que cuando deben irse del hogar ya sea porque se van a casar o simplemente
porque quieren vivir solos, el sufrimiento no tarda en llegar, incluso la ira
se hace presente pues algunos consideran como una “traición” el que se vayan de
casa.
Si
esos sentimientos están presentes, el hijo puede sentirse culpable lo que
podría impedir su desarrollo pleno en las diferentes áreas de su vida, pero
además, la comunicación entre la familia se trunca por lo que comienzan
problemas y conflictos innecesarios que solo acrecientan el resentimiento de
ambas partes.
“Muchos
padres le dicen a su hijo o hija que es malo porque se va de casa y lo dejan ir
con una sensación de que está haciendo las cosas mal y es ahí donde se dan
fricciones. Si los padres tienen en mente que los hijos son prestados y que en
determinado momento deben dejarlos ir, la situación sería diferente”, explicó
la psicóloga,
La relación entre padres e hijos puede ser mejor cuando se
separan, y es que además de la madurez que alcanzan, los hijos comprenden que
cada paso que dan es una decisión personal por lo que no pueden esperar a que
otros sean quienes hagan las cosas, es decir, deben aprender a tomar
decisiones.
“Algunos padres
no se dan cuenta que forman a un ser humano diferente a ellos; el hijo o hija tiene
pensamiento, lógica y capacidad de análisis, y en general, una personalidad
propia. Es lo mismo que sucede en el matrimonio, si las parejas creen que son
dos en uno están equivocadas, son uno más uno, igual dos”
Y es que las
personas en general, depositan en otros la responsabilidad de hacerles feliz y
cuando alguien depende de otra para ser feliz, se anula como ser humano, y eso
precisamente es lo que hacen muchos padres: anulan a sus hijos pues desean que
hagan lo que ellos quieren y al ocurrir, se dan los problemas.
ASÍ ES EL PADRE O LA MADRE QUE NO PERMITE LA INDEPENDENCIA DE
LOS HIJOS
- Es posible que manifieste muchas inseguridades sobre el modo como educó a los hijos. Teme no haber hecho un buen trabajo y, por lo mismo, se rehúsa a “soltarlos”, pues considera que no están preparados para enfrentar al mundo real.
- El dinero puede ser un factor que inhibe el hecho de cortar el lazo. Tenerlo en la cantidad suficiente puede generar justificaciones como: “No necesita pasar necesidades solo… ¿para qué si aquí lo tiene todo?”.
- Miedo a sentirse inútil. Cree que su labor como papá o mamá concluye cuando el hijo se va de la casa y siente que se ha quedado sin objetivos en la vida. Nada más alejado de la realidad. Se debe entender que después de que los hijos se van de casa, llega una maravillosa etapa en la cual es posible disfrutar y experimentar cosas que por mucho tiempo se relegaron por estar concentrados en la crianza.
- Es posible que manifieste muchas inseguridades sobre el modo como educó a los hijos. Teme no haber hecho un buen trabajo y, por lo mismo, se rehúsa a “soltarlos”, pues considera que no están preparados para enfrentar al mundo real.
- El dinero puede ser un factor que inhibe el hecho de cortar el lazo. Tenerlo en la cantidad suficiente puede generar justificaciones como: “No necesita pasar necesidades solo… ¿para qué si aquí lo tiene todo?”.
- Miedo a sentirse inútil. Cree que su labor como papá o mamá concluye cuando el hijo se va de la casa y siente que se ha quedado sin objetivos en la vida. Nada más alejado de la realidad. Se debe entender que después de que los hijos se van de casa, llega una maravillosa etapa en la cual es posible disfrutar y experimentar cosas que por mucho tiempo se relegaron por estar concentrados en la crianza.
Además, les será posible realizar algunos ajustes a la relación de
pareja; cuando los hijos se van de casa es cuando más tiempo hay para disfrutar
otras actividades que antes no se podían hacer porque todas las energías
estaban enfocadas en sus descendientes. Una escapada juntos de fin de
semana no estaría de más para incentivar la llama del amor, planear un viaje
juntos, salir a pasear, visitar amigos en común, concederse una noche para
tomarse unos cócteles o ponerse citas como cuando eran novios.
“Soltar” a los hijos es el único modo como ellos aprenderán a volar por
sí mismos, y un motivo para sentirse orgullosos como padres; ahora los retoños
serán capaces de triunfar y alcanzar sus objetivos. No debe haber remordimiento
en el hecho de centrarse en la vida que sigue: una nueva etapa, vejez, tal vez
soledad. Lo cierto es que ya se les dio a los hijos las herramientas para
triunfar y ser independientes.
Tiene más explicación que el temor de los padres a desprenderse de
quienes vieron nacer, educaron y amaron, porque sencillamente se han
acostumbrado a ser un apoyo “indispensable” para ellos.
Miedo y dependencia de
los hijos
Desde un simple deseo de economizar por parte de los hijos (¿para qué
irse, si lo tienen todo en casa?) hasta una total y preocupante falta de
iniciativa. Y en el caso de los padres, de sentirse eternamente obligados a
velar por “los niños”, incluso sin tener en cuenta que ya les dieron amor,
cuidados, un techo y educación.
Natural temor que puedan sentir al enfrentar circunstancias como el
autocuidado o qué comer cuando lleguen a casa del trabajo (porque ya no habrá
más “hotel mamá”, con todo un menú surtido ante ellos). Esta decisión está muy
ligada a la propia seguridad emocional del joven en cuestión. Y de sus padres.
Más aún: si el hijo en cuestión tiene empleo y una pareja estable que
frecuentemente se queda a dormir en la casa paterna, o que por lo menos pasa
mucho tiempo allí, los padres podrían dar a entender que no es cómoda para
ellos esa convivencia entre dos relaciones y que lo más indicado sería
pensar en buscar que todos tengan su propio espacio.
¿Independiente o
dependiente?
Inde y dependiente. Pero esto tampoco es excusa para postergar su
“desplegar de alas” por tiempo indefinido.
Darles obligaciones que les enseñen a ser independientes, como ir al
mercado, asear su habitación, o lavar su ropa, o tal vez, encargarse de
otras labores del hogar, es un buen abrebocas para que se planten ante el mundo
por su cuenta.
Es necesario dejar la culpa de lado; no es un mal padre quien considera
que su hijo ya debe vivir por su cuenta. NO AL SENTIMIENTO DE CULPA, YA SE HIZO
TODO LO QUE SE TUVO QUE HACER.
Tras la decisión tomada, es necesario ser consecuentes: no es real
desligamiento si los padres llevan constantemente compra y mercado a la nueva
casa del hijo, le pagan los servicios o le dan dinero para sus gastos
personales, les hacen recados y les echan gasolina y les lavan el coche.
Justamente, de lo que se trata, es que inicie su vida solo y aprenda a
distribuir responsablemente su salario entre las nuevas obligaciones. Desde
luego, esto no quiere decir que ayudas esporádicas no se aconsejen; no se trata
de ir al extremo y cortar de tajo
Esto mismo aplica para los hijos: no tiene sentido tener su propio
espacio, pero acudir a la ayuda paterna cada vez que surja un problema y
necesiten dinero. La idea es adquirir SENTIDO DE RESPONSABILIDAD.
¡Mantenerse firmes!
Es clave. Porque si al primer problema que los hijos enfrenten solos deciden que no pueden contra eso y piden volver al nido, no se habrá logrado nada.
Es clave. Porque si al primer problema que los hijos enfrenten solos deciden que no pueden contra eso y piden volver al nido, no se habrá logrado nada.
Los padres también deben vivir su vida
- Es necesario que los padres se desarrollen y se
potencien a nivel de pareja y de personas individuales, con el mismo
empeño que pusieron en que sus hijos se convirtieran en seres autónomos.
- Los padres, cuando los hijos todavía siguen en
casa, han de encontrar espacios y tiempo para sí mismos.
- Han de comenzar a emanciparse de los hijos mucho
antes de que se vayan.
- Han de mentalizarse a no recibir de sus hijos
tanto como ellos les dieron. Si no, vivirán en una decepción permanente.
- Emanciparse de los hijos, vivir la maternidad o
paternidad desde otra perspectiva, es una etapa más del proceso de ser
madre o padre.
- Esta emancipación de los padres no significa
dejar de interesarse por lo que ocurre a sus hijos ni renunciar a la
relación familiar. Simplemente, es articular un nuevo formato de relación,
que cuesta asumir y aplicar pero que permite un desarrollo satisfactorio
tanto a padres como a hijos.
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