DIOS ES BELLEZA: EDGAR DE BRUYNE

Así pues, las cosas son bellas precisamente en la medida en que, símbolos inmediatos, manifiestan en forma indudablemente perecedera, móvil e imperfecta, la perfección del Uno, del Intelecto, del Amor. Toda belleza es una teofanía. Por las mismas razones que la palabra de las Escrituras, la belleza de la Naturaleza nos revela a Dios: Llamo teofanías a las formas bellas visibles e invisibles en cuyo origen y belleza se conoce a Dios. Dios nos conduce a la belleza pura de su verdad a través de las imágenes sensibles de su invisible Belleza.

Dios se expresa en el Intelecto y éste en los Ideales supremos que distinguimos gracias a nuestro espíritu humano, aun cuando en la simplicidad divina, e incluso en las cosas, se encuentren indisolublemente unidas. Si empezamos a alabar la belleza de una forma a partir del ideal que le es inmanente, nos veremos inevitablemente inducidos, partiendo de la consideración de ese ideal, a admirar otro prototipos que se ponen de manifiesto en la cosa. La belleza es el símbolo de la forma específica expandiéndose en el individuo, pero es también el símbolo del bien que deseamos, de la vida que organiza, de la razón que crea, de la inteligencia que sistematiza, de la sabiduría que contempla, de la virtud que produce la armonía, de la beatitud que sosiega. Es la expresión de la verdad misma, la aparición de lo eterno, la manifestación de la grandeza, del amor, de la paz. La belleza es perfección y unidad, es la proyección de lo Justo que pone cada cosa en su lugar y una revelación de la Potencia: No hay ninguna cosa visible que no sea símbolo de algo incorporal e incomprensible.