¡Ó vida, que la tu vida
es muerte, con la qual muero,
y vida que no olvida
la contra de lo que quiero!
¡No quieras plaga tan fuerte (llaga)
que me hiera!
¡Haz que mi querida muerte
no me quiera!
Tú quieres lo que no quiero;
yo quiero lo que hizieres.
Quiero la muerte que muero:
yo la quiero, pues tú quieres.
Y quiero ser bienquerido
yo de ti;
tú quieres triste, perdido,
ver a mí.
Agora, siempre y después
mira mis quexas sumarias;
recibe, pues que assí es,
mis lágrimas y plegarias.
Y quiérate desplazer
por qué Bondad
no te consiente hazer
mi voluntad.
Mas no te pese saber
que Honestad
te haze palacio ser
de Castidad.
Por ende, toda tristeza
desechad con alegría,
sin que se muestre flaqueza,
que la muy gran fortaleza
dentro en el alma se cría.
Un refrán de vegezuela, (viejecita)
en que siempre tiene tema, (obsesión, manía)
sé que dirés, con postema, (apostema, fastidio)
que con algo se consuela
la que sus madexas quema.
Secreto Dolor de mí,
sepas que viene la Muerte
con gesto espantable y fuerte
por saber nuevas de ti.
No pienses nuevas gozosas,
mas assí tristes, llorosas,
que sobre todas las cosas
me pesa porque nascí.
Ya me paresce, Dolor,
que vas temiendo las nuevas
que, todo temblando, penas
por salir de este temor.
Mas, pues a Dios no temiste
quando tanto mal me diste,
no temas la Muerte triste,
pues eras merescedor.
Y piensa cómo temores
y pensamientos humanos
contra la Muerte son vanos
y de pequeños valores.
Pues ven, mi Dolor, ya ven:
recibe muerte por quien
perdió por ti tanto bien
que le destruyen amores.
La Muerte, que desordena
con súbito movimiento,
trabajos y pensamiento
diversas vezes ordena.
Pues la desechas, quería
que fuesse tu muerte mía,
porque morir me sería
relevamiento de pena.
Mas tú, mi Dolor presente,
quanto más de esto te digo
tanto más fuerte comigo
te juntas estrechamente,
cubriéndome de tristura
la más negra vestidura
que nunca, por mi ventura,
fu cobertura de gente.
Mas si la Muerte forçada
que sientes ya cómo viene
y cómo contra ti tiene
la su flecha endereçada,
si de suyo se movió
y la tu muerte causó,
¿que culpa, cativo yo,
me puede ser demandada?
Llorad, mis llantos, llorad,
llorad la prisión de mí.
Llorad la mi libertad
que por amores vendí.
Llorad el tiempo passado,
passado sin gualardón.
Llorad la triste passión
de mí, muerto no finado.
Llorad mi dolor tan fuerte,
llorad mi mal tan estraño
y llorad porque mi muerte
no puede matar mi daño.
Llorad y morid llorando,
llorando tanto pesar.
Llorad porque, bienamando
siempre me vi desamar.
Gemid, gemidos, gemid,
gemid mis esquivos llantos,
gemid, y quiçá morir
podéis hazer mis quebrantos.
Gemid mi triste cadena,
cadena que me prendió.
Gemid la terrible pena
que de plazer me partió.
Gemid, y mi sospirar
sospire mi gran tormento.
Sospire tanto pesar
quanto me da pensamiento.
Sospire lo que padesco,
padesco con mis dolores;
sospire que no paresco
sino dolor de dolores.
Sospiren más mis cuidados
y piensen mis pensamientos,
piensen lo tristes estados
de todos mis perdimientos.
Piensen y piensen en quien,
en quien me hizo ser tal;
piensen en cómo mi bien
se hizo todo mi mal.
Piensen la cosa forçosa,
forçosa, con que partí;
piensen, en fin, otra cosa:
¡qué desastrado nascí!
CANCIONERO GENERAL DE HERNANDO DEL CASTILLO (1511)
December 31, 2015
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