Hombres
hechizados con filtros de amor y sexo viven con ellas trastornados, necios y
corrompidos como los cerdos de Circe. Si ella tiene buen juicio y discreción la
amaremos extraordinariamente.
Vale más un
marido sensato que uno necio porque ella no va con un ciego que no conoce ni ve
el camino.
Los que
toman mujeres nobles o ricas y en vez de hacerse mejores, las rebajan y
humillan para dominarlas.
Los dos
ponen en evidencia el mando y la inteligencia.
Se debe
convencer con la razón para no privar por la fuerza del lujo y del despilfarro
a las mujeres.
Se debe
participar con ellas en alegrías y penas porque si no lo buscarán solas.
Un marido
puede con otras mujeres hacerlas partícipes de su libertinaje y su embriaguez.
Como solo es eso la mujer propia no debe enfadarse pues por ella siente respeto
y cariño, y si lo hiciera allanaría la puerta a la rival (?)…
No se debe
enloquecer a nuestras mujeres por acercarnos a otros perfúmenes.
Si el hombre
ama el placer y los adornos en vez de lo bueno y honrado así le imitará su
mujer.
Ellas no
deben emperifollarse con vestiduras escarlatas y púrpuras para no perturbar o
disgustarles.
No conviene
que la mujer tenga cultos mágicos y supersticiones particulares.
El hombre
debe mantenerse puro de compañías impías e ilegítimas de las que no desean que
les nazca nada y de cuyos frutos se avergonzarían.
Helena y
Paris aficionados a la riqueza y al placer trajeron una Ilíada de males, en
cambio Ulises y Penélope por su sagacidad y prudencia fueron felices y
envidiados.
No es la
hermosura ni la riqueza con las que aguantaremos el matrimonio sino con la
virtud.
La aspereza
y la hiel de la señora de la casa debe ser provechosa y suave como el vino y no
amarga como el odio al marido.
No se puede
tener a una mujer antipática como esposa y amante a la vez.
No se ven
las faltas de las mujeres y sí las faltas contra las mujeres pasando
desapercibidas para la mayoría de la gente.
Las
discusiones en la cama es lo más horroroso y monstruoso que puede haber.
Que ella no
se desnude y se descubra con palabras ante los de fuera descubriendo sus
sentimientos, carácter y disposiciones.
(Nota de
Jorge: en España se vio mal durante muchos siglos el que una casada no pudiera
coquetear, se vio normal el coqueteo…)
No se deben
escuchar las murmuraciones de tus amigas contra tu marido.
Se debe
mandar en la mujer halagándola y agrandándola.
Los de fuera
miran quien lleva los pantalones.
Los amigos y
los parientes de los casados deben hacer mezcla.
Los celos
entre suegra y nuera son de toda la vida. Debes tener mano izquierda con el
cariño que reparte tu marido.
Moralia,
Plutarco
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